Apostol

Camino de Madrid

Etapa

11

Cultura

Medina de Rioseco

Se sabe que en el periodo neolítico ya había asentamientos humanos en lo que entonces era una isla junto al río Sequillo, rodeada por inmensos bosques.
Durante la dominación romana (siglos III y IV), Rioseco aparece ya citada como la «forum egurrorum»(la plaza de los mercados).
Durante la Alta Edad Media (IX y X) Alfonso III el Magno, rey de Asturias y dueño de todas las tierras situadas al norte del Duero, ordena la repoblación de estos territorios, denominados «Campos Góticos».
A finales del siglo XIV,el rey Juan I concede a la población tener un escudo y le otorga los títulos de «Muy noble y Leal».
A pesar de estar asentada en plena submeseta norte, el 19 de Abril de 1424 se convirtió en sede del almirantazgo del reino de Castilla por decisión de D. Alonso Enríquez, quien la había recibido en propiedad, tres años antes, de manos del rey Juan II, como reconocimiento por sus desvelos en favor de la Corona.
Durante la Edad Moderna, a mediados del siglo XVII, el Rey Felipe IV le concede el título de Ciudad y comienza la construcción de un canal que pretender unir las parameras riosecanas con el mar.
Llegados al siglo XIX, La Guerra de la Independencia va a llevar la muerte y el hambre a estas tierras. La fecha más trágica para Rioseco sería el infausto día 14 de Julio de 1808, cuando, en el teso de El Moclín, las tropas francesas vencen a las españolas y toman la ciudad, que tuvo que presenciar las matanzas por las calles, el robo de los tesoros religiosos, el saqueo a las casas, el incendio de las iglesias, …
Los finales del siglo fueron mejores que los comienzos y, así, en Septiembre de 1884 se inauguraba la línea férrea Valladolid-Rioseco con la circulación del conocido como «tren burra».
En el siglo XX se desmantela el ferrocarril y desaparece buena parte del tejido industrial.

Berrueces

En cuanto a los orígenes del poblamiento en Berrueces, se sabe que fue poblada en época romana, gracias a los restos arqueológicos encontrados en los alrededores de la villa (restos de cerámica con figuras humanas y animales y una moneda de bronce del año 350 d. de C. en la que aparece el busto del emperador romano Constantius II. Además, en el pago de los Grajos se ha encontrado una pequeña inscripción funeraria dedicada a ACCANNIVS. Situada en un valle rodeado de oteros, algunos recuerdan las formaciones de terreno que se crean en el paisaje, derivadas de la explotación minera característica de la época romana.
Tras la época romana y con el hundimiento de la zona en los siglos III y IV d C., poco es lo que se conoce. Hay que llegar al año 1251 para encontrar algunas referencias escritas, como el documento que recoge la actuación de la Orden de San Juan de Jerusalén que permuta sus propiedades en la villa con el Monasterio de Matallana. Su época de mayor esplendor tiene lugar entre los siglos XIII y XIV en que ostenta el título de Señorío lo que llevaba aparejada la propiedad de vasallos y nobles y residencia del primer Almirante de Castilla.
Las propiedades eclesiásticas de Berrueces pasaron a manos de los vecinos de la villa tras las Desamortizaciones de Madoz y Mendizábal durante el siglo XIX.

Moral de la Reina

Cuenca de Campos

El asentamiento humano en Cuenca de Campos es antiquísimo, aunque en la actualidad sigue siendo desconocido. La esperanza de llegar a su conocimiento reside en los trabajos arqueológicos en los yacimientos de la zona; por ejemplo, sí conocemos que existieron numerosos castros celtas. En este sentido hay que citar por su importancia el yacimiento llamado «Teso del Cementerio», con numerosos enterramientos celtas, de gran riqueza en ajuar funerario (puntas de flecha, molinos neolíticos etc).
Además de los restos de ocupación celta, se han encontrado restos que atestiguan la presencia romana, especialmente en la época denominada «Bajo Imperio», momento álgido de las denominadas «villae».
Ya en la Baja Edad Media, alrededor del año 1388 el monarca Juan I de Castilla y León dona su castillo de Cuenca de Campos al Duque de Frías, quien lo transformó en palacio (años más tarde, sería el convento de las Clarisas).
El castillo quedó formado por cuatro elementos característicos:

la Torre, en la colina de «El Conjuradero»

La Iglesia de Santa Maria

el Palacio de los Duques
Con el tiempo, alrededor de este conjunto, surgieron los otros cuatro núcleos de la localidad, con su propia parroquia como elemento diferenciador:

El núcleo de San Justo y Pastor

El núcleo de San Mamés

El núcleo de San Juan

El núcleo de San Pedro.
Ante tanta y tan manifiesta individualidad, era sumamente necesario un elemento unificador y éste se encontró en la elección de un santo patrono, que, en el caso de Cuenca de Campos, iba a ser San Bernardino. (nacido en 1380 y muerto en 1444), fue predicador de la orden franciscana y recorrió el Camino de Santiago. En uno de sus viajes de predicación a lo largo de la Ruta Jacobea, se alojó casa de los Duques de Frías, (señores del Castillo ).
Muy famoso por la elocuencia de sus prédicas y su fama de santidad fue canonizado en 1450, año en el que se comenzó en la localidad la construcción de una ermita en su honor. Desde este momento, el santo comenzó a ser el patrón del pueblo.

Villalón de Campos

Aún no está claro de dónde procede el topónimo de Villalón de Campos. Tal fuera habitado en época romana, aunque no es hasta la Edad Media cuando se le conoce por su carácter marcadamente mercantil y ferial, y por su famoso Fuero de Villalón. Así, Fernando III el Santo concede a la villa poder celebrar feria todos los sábados del año.
En el siglo XV, durante el reinado de Juan II, pasó a ser señorío del conde de Benavente y, en 1486, los Reyes Católicos le autorizaron a celebrar las primeras ferias anuales como venían haciendo Medina de Rioseco y Medina del Campo. Este privilegio enfureció a sus rivales, hecho que llevó a los monarcas a derogarlo; sin embargo la influencia del todopoderoso Conde de Benavente, que favoreció la instalación de los mercaderes más influyentes y poderosos en su señorío, dejó en tablas la situación, que se resolvería durante el reinado de Dña. Juana y su esposo, en 1506, al fallar a favor de Villalón. Hay que señalar que no todas la ferias fueron afortunadas, ya que la desarrollada en 1521 fue desastrosa y llevó a la ruina a muchos de los vecinos. Sin embargo, estos castellanos, acostumbrados a luchar contra todo tipo de dificultades, habían superado este percance como atestigua un documento del año 1523 en el que vemos al Concejo establecer nuevos impuestos para acometer unas importantes reformas urbanísticas.

A principios del siglo XVI, en época de Carlos V, el Concejo levantó el rollo en la Plaza Mayor, símbolo de la riqueza alcanzada por la villa.

Su importancia como núcleo mercantil durará un siglo más, hasta que a principios del XVII, la suspensión de pagos del Estado acabe con las ferias.