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Camino desde Castellón

Etapa

10

Cultura

Albalate del Arzobispo

Hay notable abundancia de restos romanos en el término minicipal. Así, son frecuentes las cerámicas campanienses de la época republicana. La propia villa encierra restos de sus viejas murallas. El yacimiento ciudadano queda delimitado por Cabezo Cantalobos, San José, Cerro de las Abejas y el río Martín. Parece que existieron varios columbarios, reutilizados luego, en lo alto del Cabezo Cantalobos, donde debió haber una necrópolis.

Aunque el pueblo de Albalate tiene origen árabe, se conservan pocos datos de la dominación musulmana. La estructura del pueblo —en cuesta y con calles estrechas— es la mayor herencia de esa época. Se conservan restos de una muralla de difícil datación y los cimientos del castillo.

La reconquista de la localidad fue llevada a cabo por Ramón Berenguer IV, quien en 1149 donó la villa y el castillo de Albalate al obispo Bernardo de Zaragoza. A partir de ese momento y durante más de seis siglos, Albalate estuvo incorporada a la mitra zaragozana. En 1205, Pedro II concedió mercado semanal. Los dominios de Albalate fueron ampliándose en época medieval, llegando a estar formados por Albalate, Andorra, Almochuel, Arcos —hoy desaparecido—, Ariño y El Cardadal. En 1318 la villa empezó a ser conocida como Albalate del Arzobispo y comenzó a edificarse el castillo gótico que luego se convertiría en residencia arzobispal y almacén. Debió de ser un núcleo importante en la zona, como lo pone de manifiesto la existencia de una judería.

La aljama de judíos de la villa fue repoblada en el año 1400 bajo la protección de García Fernández de Heredia, arzobispo de Zaragoza, probablemente con judíos huidos de otras zonas castigadas por las persecuciones de 1391. Se les permitió erigir sinagoga y elegir un lugar para enterrar a sus muertos. También se les asignó un baile o merino para que los gobernase y protegiese. Es posible que con esta medida el arzobispo de Zaragoza tratase de solucionar el excesivo endeudamiento del concejo de la villa años atrás.

Durante los siglos XV y XVI se edificó la nueva Iglesia de la Asunción, sobre los restos de una anterior de la que se conserva la torre, así como la Ermita de la Virgen de Arcos. En la Guerra de Sucesión, Albalate apoyó al futuro monarca Felipe V, por lo que obtuvo las tres flores de lis que adornan su escudo.

En el siglo XVIII se construyó el puente y la Iglesia de San José. Asimismo, grupos ilustrados introdujeron una nueva variedad de olivo que iba a tener una gran aceptación: el empeltre.

El 21 de marzo de 1836, las fuerzas carlistas de Cabrera unidas a las de Quílez sostuvieron en las inmediaciones de Albalate una escaramuza con las tropas gubernamentales del coronel Churruca. En el transcurso de esta Primera Guerra Carlista, la villa fue hostigada en repetidas ocasiones por los seguidores del Pretendiente.6 Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de 1845, refiere que Albalate «cuenta con 926 casas, en lo general de dos pisos y con pocas comodidades; pero hay bastantes de regular construcción y buena distribución interior; forman varias calles y tres plazas, estas capaces y de agradable aspecto, y aquellas angostas y mal empedradas». Menciona la existencia de hasta 80 masías y parideras en su término municipal, así como de «canteras muy abundantes de piedras jaspes de diferentes colores».

En tiempos más recientes, la villa fue duramente castigada por la Guerra Civil, que aunque no causó daños materiales significativos, produjo gran mortandad. A partir de la década de 1950 se produjo un importante descenso de la población del municipio debido a la emigración, principalmente a Zaragoza y Cataluña.

Belchite

El primer hábitat de esta zona podemos centrarlo en la llamada cueva de los Encantados, dónde se han localizado objetos correspondientes a la Edad del Bronce, entre ellos un vaso campaniforme.
El yacimiento Romano del Pueyo, vinculado a la historia de Belchite, con gran profusión de cerámica, como sigillattas clara e hispánica.
Durante la dominación musulmana, la población de Belchite se incia con el edificio de la mezquita en la plaza de San Salvador, y las casas comprendidas entre la calle Escarramán y el callizo de Instrucciones, que fue conocido también como el de las traiciones. Típica construcción árabe de lo más primitivo, sin calles de separación de bloques, únicamente pequeños callizos sin salida.
Alfonso I el Batallador reconquista Belchite en el año 1118 y en el años 1122 se creó una cofradía religiosa militar para la defensa de Belchite. Tras la derrota y muerte de Alfonso I el Batallador en Fraga en el año 1122, la frontera entre cristianos y musulmanes retrocedió al cauce del Río Aguas Vivas y al territorio de Belchite, resistiendo gracias a la cofradía militar allí establecida. El 4 de octubre de 1136, Alfonso VII de Castilla y los obispos asistentes al Concilio de Burgos confirmaron la cofradía militar a la que los prelados concedieron diversas indulgencias.
Los judíos ejercieron una gran influencia en Belchite, donde tuvieron sinagogas, y refugio durante la matanza que hizo correr su sangre en casi todas las regiones de España en 1391. Los judíos de Belchite se bautizaron y eran conocidos como cristianos viejos.
En la baja edad media, Belchite pasó al señorío del duque de Hijar, quien fue también conde de Belchite.
La población se resintió cuándo en 1610, Felipe III mandó la expulsión de los moriscos aragoneses, salieron de Belchite alrededor de 1.400-1.500 personas.
Durante los bombardeos de la Guerra Civil de 1936 el pueblo de Belchite quedó destruido, casí borrado totalmente, quedando sus ruinas como testigo de aquellos cruentos años.