Apostol

El camino y el mensaje

22 febrero 2010 / Mundicamino

Por el concejo de Las Regueras, palacios y molinos, de El Escamplero a Premoño, en compañía de un peregrino debutante en su primer día de jornada.

Atrás queda el albergue de El Escamplero y, al poco de carretera, un desvío que penetra en Valsera te topa con un colector, obra de 1970 de la comisión provincial de servicios técnicos, que los peregrinos han convertido en imposible mojón informativo con pintadas en el muro. Cuatro anuncios. El primero, un clásico, informa de que restan 335 kilómetros a Santiago. Sobre él, un homenaje: «El Camino de Santiago, in memoria a Rodrigo Grosi», recuerdo, a falta de una «s» en el apellido, al diputado-peregrino que murió con las botas en la ruta.

En la otra pared del colector, al revés del «no tocar, peligro de muerte», se detalla una advertencia xacobea para los que profanan cruceiros o meten mano en las limosnas ofrecidas a los muertos. Viene a ser un «peligro de no muerte»: «Cóntase que o infeliz mortal que profana un cruceiro, ou mete a uña no peto das ánimas, andará despóis de morto a vagar de noite polo sitio en que cometen o pecado buscando algún parente ou amigo que queira trocar o ben o mal que fixo; pois entrementras non devolva o que roubou e non amañe o que desfixo, non terá acougo na morte».

Y ya que estamos, debió de pensar otro, metieron un grafiti libertario: «No podemos convertir las democracias en estados policiales que controlan sin límites legales a los ciudadanos». Superado el colector, un peregrino pasa de largo a ritmo decidido. Baja por el palacio que fue de los Argüelles Quiñones, sale a la carretera, pasa ante la capilla de Fátima y vuelve a meterse por el camino, que de pronto se abre, por pista de asfalto, a un valle ancho y despejado.

Al final de la pista, antes de que el camino vuelva a emboscarse, camino de Premoño, a la vera del Andayón por tierra de molinos, me cuenta que esa mañana ha salido de Oviedo. Su primera etapa. Ricardo dejó Berga, en Barcelona, cogió un avión y se plantó camino de Santiago al encontrarse en paro y sin nada mejor que hacer. En un par de semanas llegará. Ha dejado tiempo de sobra al vuelo de vuelta para curiosear un poco por Galicia antes de volver a casa. Un paisano pasa en madreñas. «¿Y eso? Pensaba que sólo era de Holanda». Buen viaje.