Apostol

Al hacer la Ruta con nieve hemos conocido nuestras limitaciones

25 febrero 2010 / Mundicamino

Soportar el frío, la nieve y la lluvia. Esto ha sido lo más complicado del Camino de Santiago para Mauro Araldi, Emanuele Albini y Mattia B­itii, tres jóvenes italianos de Brescia que se convirtieron en peregrinos con el objetivo de reflexionar sobre sus vidas.

La experiencia les ha servido a los tres para saber dónde están sus límites. Así, Mauro, enfermero de 29 años de edad, asegura que la experiencia «le ha dado tiempo para reflexionar un poco. Me ha gustado mucho hacer el Camino en invierno, porque aunque por el tiempo es más duro para los peregrinos, es realmente bonito».

Una opinión que comparte su compañero Emanuele, también de 29 años y jardinero de profesión. «Ha sido precioso y su dureza me ha servido para conocer mis propios límites», señala. Al igual que a su amigo Mattias, estudiante de 28 años.

Los tres, que peregrinaron a Compostela desde Ponferrada, destacan la dureza de la Ruta. «Algunas etapas del recorrido han sido muy difíciles, como por ejemplo en el alto de Poio o en O Cebreiro, porque hacía frío y viento, nevaba, etc. Sin duda el momento más complicado para mí fue en el alto de Poio, porque habíamos caminado mucho, era casi de noche y no encontrábamos ningún albergue abierto donde poder descansar. Además, Triacastela nos quedaba lejos y nos encontrábamos muy cansados para llegar», cuenta Mauro.

De hecho, si ha habido algún aspecto negativo durante la peregrinación de estos tres jóvenes italianos ha sido la dificultad de encontrar albergues abiertos. «En invierno es realmente complicado que las hospederías estén abiertas».

Cuando llegaron a la plaza del Obradoiro sus sentimientos se mezclaron y como les sucede a muchos peregrinos se sintieron felices por conseguir el reto de terminar el Camino, pero tristes porque su aventura había llegado a su fin. Lo más importante para los tres es que su amistad ha superado la difícil prueba de la peregrinación.