Apostol

Otra vida junto al Camino

17 marzo 2010 / Mundicamino

‘Peaceable kingdom’ puede leerse en el cartel situado a la entrada de la casa del matrimonio formado por la americana Rebekah Scout y el inglés Patrick O’ Gara, asentados en la pequeña población palentina de Moratinos desde hace tres años. Patrick y Rebekah encontraron aquí su reino de paz, en esta localidad palentina que despide, junto a su pedanía, San Nicolás del Real Camino, el Camino de Santiago a su paso por la provincia de Palencia.

Pero para Rebekah y Patrick, su encuentro con Moratinos no fue un adiós, sino el comienzo de una nueva vida junto a la ruta jacobea. Fue en el año 2001, cuando Rebekah conoció por primera vez los encantos de Moratinos. Ella trabajaba por aquel entonces para una revista americana y debía indagar a fondo sobre el Camino para plasmar con todo detalle las peculiaridades de la ruta en un reportaje. «Al llegar al pueblo, me sorprendió el trato amable de la gente, charlé, jugué a las cartas, conviví… y me invitaron a volver en las fiestas de agosto», recuerda. Fue en ese momento cuando se enamoró perdidamente del pequeño pueblo palentino, según confiesa.

Su amor por Moratinos se lo transmitió posteriormente a su marido, quien unos años más tarde recorrió también a pie el camino francés. Sorprendidos los dos por la riqueza de la ruta y por el pueblo, se decidieron a reconstruir una casa en ruinas que estaba en venta. Tras muchas obras y modificaciones, por fin pudieron asentarse en la localidad. Eso sí, como periodistas que son, en su casa no falta la conexión a Internet y siguen comunicados con el mundo.

Patrick y Rebekah no paran de hablar de las bondades de Moratinos y de la rica historia de Palencia.

«En EE UU, la historia se remonta a pocos más de doscientos años, pero aquí, en Palencia, la historia es mucho más antigua, y eso es algo enriquecedor», apunta Rebekah. Siente tanta pasión por el románico, el Camino, la arqueología y los palentinos, que esa pasión se aprecia en su casa, decorada con instrumentos antiguos, vigas rurales o un trillo. «Los vecinos siempre que vienen a casa nos preguntan por qué tenemos un trillo decorando el salón», apuntan entre risas.

Poco a poco se han ido acostumbrando al idioma, aunque Rebekah lo lleva mejor que Patrick. «A mi marido le cuesta más quedarse con palabras y expresiones», apunta ella, quien habla varios idiomas, que aprovecha para tratar con los muchos peregrinos de varias nacionalidades que se alojan en su casa. ‘Peaceable kingdom’. «Muchas veces, los inquilinos nos cocinan, y es una satisfacción, porque así conocemos la gastronomía de otros países», comentan. No obstante, Rebekah ya se defiende con la cocina española, a la que está muy agradecida. «Gracias a ella, he perdido hasta tres kilos desde que llegue a Moratinos», comenta animada.

Las gallinas y el gallo

Uno de los motivos es que ha sustituido la mantequilla por el «estupendo aceite de oliva que tenéis aquí», según dice. En su menú, lo que tampoco falta son los huevos de las gallinas que tienen en casa. Unas gallinas y un gallo, al que llaman Maxi, y es que todas tienen nombre. «Cada vez que salgo al corral a recoger los huevos, Maxi me ataca», comenta Patrick. Y poco a poco se van adaptando a las costumbres del pueblo, aunque hay algunas que prefieren no aprender, como matar a las gallinas. «Nosotros, una vez que mueren, las enterramos, y hasta las hacemos un funeral», aseguran entre risas.

Han cambiado sus grandes ciudades natales por Moratinos, donde reconocen que han hallado su paz interior. Todo les ha cambiado, menos la taza de té de Patrick, que como buen inglés nunca falta en la mesa del salón.