Apostol

Una mano amiga en el Camino

30 marzo 2010 / Mundicamino

Veinte personas se forman como hospitaleros voluntarios para prestar su ayuda en los albergues de la rutas jacobeas.

Lourdes Lluch alquila en un pueblo de Burgos una casa y opta por atender a los peregrinos de manera gratuita en 1990. El gesto de esta catalana fue el germen de los hospitaleros voluntarios, un colectivo que nace al amparo de la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago. «Se trata de un movimiento internacional en el que existe una lista de 3.400 personas de todo el mundo que están interesados en ayudar en los albergues que son gratuitos durante períodos de quince días», señala Ana Isabel Barreda, coordinadora de la agrupación que ha promovido en Zamora un curso de formación para una veintena de personas.

Esta palentina, que se hizo voluntaria en el año 1997 tras haber realizado diversas peregrinaciones, concreta que las funciones de un hospitalero son mantener un albergue limpio y acoger a los caminantes. «Deben estar las 24 horas del día disponible para solucionar sus problemas, resolverles las dudas sobre el Camino o la localidad en las que se encuentren», concreta.

Para ser hospitalero, prosigue la responsable, es preciso contar con «una mínima experiencia en el Camino, por cuestión de empatía». «Este voluntariado es cuestión de ilusión y de generosidad porque esta tarea es muy dura» y remarca: «no recibidos dinero, sólo un alojamiento».

En la formación impartida en Zamora han enseñado a personas, procedentes de distintas localidades con el nexo de que han realizado varias sendas a Santiago, aspectos como «los buenos métodos de acogida». «Les hemos puesto en situaciones que pueden vivir en los albergues donde los peregrinos enferman e incluso a veces mueren», ejemplifica. A ello se han unido cuestiones tan prácticas como «la manera de limpiar las dependencias» por las que pasan decenas de personas cada día.

Otro aspecto en el que han trabajado es la motivación de la fe que existe tras la realización del Camino. «Este grupo, pese a ser libre, tiene presente que la peregrinación es, ante todo, un acto de fe». «Hay caminantes que demandan una atención espiritual y en los pueblos no siempre está la iglesia abierta, por lo que a veces esta ayuda la hace el hospitalero a través de una oración o unas reflexiones», concreta.

Los voluntarios colaboran en albergues «gratuitos» que pueden depender de una administración pública o bien de una orden religiosa, pero defienden «el donativo libre y sin cifra» para contribuir al mantenimiento de las instalaciones. Propugnan que estas personas desinteresadas deben desempeñar funciones de animadores culturales para que los caminantes conozcan las localidades que les acogen. Y es que, apunta Barreda, la hospitalidad hacia los peregrinos «no es sólo de esta segunda Edad de Oro del Camino, sino que quiere ha sido una seña de identidad».

Con motivo del Año Jacobeo el movimiento de voluntarios ha recibido el ofrecimiento de «centenares» de peregrinos que quieren prestar su ayuda durante los próximos meses, puesto que los hospitaleros eligen el tiempo de ayuda y la labor que quiere efectuar. «Conjugamos ambos aspectos y se le distribuyen entre los albergues», concreta Ana Isabel Barreda que destierra el mito de que hacer el Camino es barato. «Uno puede pernoctar en instalaciones gratuitas, pero hay que comer, desayunar y cenar durante muchos días, entre otros gastos», enfatiza.

Al igual que Zamora 25 personas se han preparado para brindar su apoyo al caminante, la organización voluntaria ha llevado a cabo cursos de formación en otros puntos de España e incluso en Sudáfrica e Italia.

Todo para facilitar la llegada hasta la ciudad compostelana.