Apostol

¡Olé ese rumbero del Camino!

01 abril 2010 / Mundicamino

José Jiménez canta sus canciones a la ruta jacobea desde Castrillo de los Polvazares.

Ésta es la fórmula: tres acordes con la mano izquierda (La menor, Mi mayor y Fa Mayor) y un movimiento acompasado con la derecha. Y no hay más. Puro ritmo para las seis cuerdas que rasguea José Jiménez Romero, el rumbero del Camino de Santiago, a la entrada de Castrillo de los Polvazares. En realidad este pueblo se aleja de la ruta jacobea, pero son muchos los peregrinos (y el menda se apunta) que deciden hacer un par de kilómetros más desde Murias de Rechivaldo para ver uno de los pueblos con más encanto de la región y, de paso, meterse entre pecho y mochila un buen cocido maragato (y a esto también me apunto).

Pero lo primero es lo primero. O sea, José Jiménez, «el rumbero del Camino para servirle a usted y al ‘pelegrino». Por la mañana coge su moto, su guitarra y un puñado de canciones y sale de Astorga, donde vive, para llegar a este poyo de Castrillo de los Polvazares donde se sienta para «alegrar el Camino» a los romeros que toman este desvío. Apoya contra una puerta verde un cartel con su cara y su nombre artístico -José Aleluya-, tiende en el suelo la funda negra de la guitarra para que los curiosos echen sus euros y desembucha una detrás de otra canciones dedicadas al Camino de Santiago, coplillas ideadas por él mismo que despiertan la curiosidad de los turistas y consiguen arrancarles una sonrisa y unos centimillos.

-A ver qué tienes en el repertorio, José.

Y José se arranca: «Y al llegar a la Cruz del Ferro / tienes que tirar la piedra / porque es la costumbre del ‘pelegrino’. / Y el ‘pelegrino’ tiró, tiró la piedra, tiró; tiró la piedra, tiró; tiró, tiró».

-Olé- corean unos incondicionales que han llegado de Ponferrada a pasar el día y que prefieren demorar un poco el festín de garbanzos para escuchar a José. Y para verlo, porque el hombre es un espectáculo. Sin interrumpir la canción ni perder el compás se pone la guitarra en la cabeza o hacia la espalda y sigue tocando, sin despeinarse, en una postura casi de contorsionista. «Yo esto lo vi un día en la tele, que es como empecé a tocar la guitarra», explica quien se ha convertido en el rumbero del Camino a fuerza de tesón. «Hace muchos años que vengo a Castrillo porque pasa mucha gente, no sólo de los que hacen el Camino de Santiago, sino también de los que vienen por el cocido», asegura José, que redoblará sesiones por ser éste año jubilar. «Suelo estar el fin de semana o los días de fiesta, que es cuando más gente pasa. Pero como es Año Santo, pues habrá que venir más a menudo». Así que, si vas a pasar por aquí, ya te puedes ir aprendiendo el estribillo. Tiró la piedra, tiró.

Y ahora, a ver ese cocido.