Apostol

El Camino de Santiago es una especie de premio por las buenas notas del curso

02 julio 2010 / Mundicamino

En pleno inicio de las vacaciones de verano, son muchos los niños que pasan por O Cebreiro como peregrinos a Compostela.

Rosa tiene nueve años («y medio») y tan pronto termine el verano pasará a «quinto C». Su hermano, Daniel, tiene 16 («y medio») y para el año cursará cuarto de la ESO. Son un ejemplo de los muchos jóvenes que, en vacaciones escolares, caminan hacia al Apóstol y se dejan ver por O Cebreiro. Ella, dicharachera, entró en la iglesia de Santa María la Real para pedir credenciales de continuación. Las primeras las tienen ya llenas de sellos y eso que comenzaron el pasado sábado en Astorga. La pequeña de la familia es la que mejor lleva el Camino de Santiago, con tiempo para saltar y para jugar. «Hemos aprobado todo y esto es una especie de premio por las buenas notas del curso». Rosa y Daniel lo decían en tono de broma, pero muy en serio. El joven matizaba: «Imagínate, acabas el curso, con todo bien y te dicen: venga, a caminar hasta Santiago, a despertarte todavía más temprano que cuando tenías que ir al instituto. Cuando me vuelva a levantar a las siete de la mañana para ir a clase diré: ‘Oh, qué bien, solo a las siete!’».

Dos semanas antes de echarse a andar empezaron a practicar; seis meses antes, a estudiar el recorrido; y, años atrás, «a desearlo y a intentar convencernos». La idea de la peregrinación es de la madre, Carmen Muñoz, pero lo emocionante de esta experiencia conjunta que les permite «cohesionarse» la están disfrutando todos. También el padre, Antonio García. Residen en Madrid y, durante su trayecto en coche a Astorga para iniciar el periplo, se quedaron sin coche. «La última vez que lo vimos estaba encima de una grúa». Buen comienzo para lo que les esperaba: «En el Camino aprendes que lo único que tienes es tu mochila. Ni sofá, ni tele, ni nevera, ni baño al lado…»

Papeleras y albergues

Si se ha de pedir algo a mayores, la pequeña demanda que «hagan Ponferrada algo más pequeñita» y que este artículo llegue a su profesora. La madre libra su propia batalla contra la falta de papeleras a lo largo del Camino y el padre constata que algunos albergues «no están en muy buenas condiciones».