Apostol

Un Camino sin límite de edad

27 julio 2010 / Mundicamino

El sacerdote jubilado francés Michel Crochet afronta con 82 años su decimocuarta ruta jacobea.

Al verle nadie diría que tiene 82 años. Alto, delgado, fibroso y con un abundante pelo blanco, el francés Michel Crochet charla animadamente en el albergue parroquial Karl Leisner de Hospital de Órbigo (León) con otros peregrinos, que se sorprenden de que alguien con su edad esté en tan buena forma física como para hacer solo el Camino de Santiago.

Pero no es su primera vez. Este sacerdote jubilado francés es todo un experto en la ruta jacobea. No en vano, explica con una gran sonrisa que tiene en su casa, en la ciudad gala de Lyon, las trece credenciales que acreditan otros tantos itinerarios. “He recorrido cuatro veces el Camino Francés y he hecho también el del Norte, el Primitivo, el de Le Puy en Velay, el de Vezelay, el de Tours, etc.”, aclara.

Crochet comenzó su decimocuarto Camino de Santiago el pasado 2 de julio en Saint-Jean-Pied-de-Port, el último pueblo del Camino Francés en territorio galo, en plenos Pirineos. Veinte días después y con 500 kilómetros en las piernas, reconoce que este año se le está haciendo “duro” porque cada vez nota más la edad y que además la ruta jacobea “ha cambiado mucho” desde que la pisó por primera vez hace dos décadas.

“Ahora el Camino es menos espiritual, el aspecto comercial es lo que predomina”, señala el sacerdote, quien también se lamenta de que en la actualidad “hay muchas carreteras y autovías”, y que no está encontrando “los aspectos históricos” que pudo observar la primera vez. A este respecto, recuerda con nostalgia que el primer año solía ir por las tardes a misa en los pueblos en los que paraba a descansar, algo que hoy en día es imposible.

Por todos estos motivos, el veterano peregrino señala con cierta tristeza que probablemente éste será su último Camino de Santiago, aunque no quiere asegurarlo con rotundidad. “Un amigo me ha pedido hacerlo con él y no sé qué haré”, apunta.

Crochet explica que hace 20 años pisó por primera vez la ruta jacobea. En mayo de 1990 salió desde su casa en Lyon y dos meses después llegó a Santiago de Compostela. La motivación que le impulsó entonces es la misma que le ha animado a emprender los sucesivos itinerarios. “Hago el Camino porque me gusta caminar y el deporte, pero sobre todo por motivos religiosos, para coger distancia de mi vida cotidiana y de las preocupaciones porque los jubilados también tenemos preocupaciones”, apunta.

“Aquí hago planes, pienso en mis amigos y rezo”, explica el romero, quien destaca que, aunque realiza solo su peregrinación, no se siente solo porque se encuentra con mucha gente. “Me gusta hablar con otros peregrinos y que me cuenten su motivación para hacer el Camino, eso me da ánimos”, señala Crochet, quien indica que este año, por ejemplo, se encontró con una pareja de jubilados suizos que había salido el 1 de mayo de su casa en el país helvético para dar las gracias porque el marido había sufrido una complicada operación de corazón y todo había salido bien.

Acompañado por peregrinos a los que les dobla o les triplica la edad, el sacerdote reconoce que, aunque en la ruta jacobea hay bastantes jubilados, sobre todo franceses y alemanes, no se suele encontrar con gente que haya superado los 80 años como él. Eso le da más fuerzas para alcanzar su meta: “Llegar a Santiago de Compostela si todo va bien”.