Apostol

La ruta del primer Santiago peregrino

03 agosto 2010 / Mundicamino

El Camino Mozárabe-Sanabrés, que recorre 150 kilómetros de la provincia de Zamora, aúna riqueza patrimonial, belleza natural y el atractivo de contar con la imagen en piedra más antigua del apóstol ataviado como romero, la de Santa Marta de Tera.

En la portada sur de la iglesia de Santa Marta de Tera (Zamora), rodeada por un pequeño cementerio, una imagen en piedra de Santiago peregrino muestra la palma de la mano izquierda levantada y abierta a modo de saludo e invitación para todos los que pasan frente a ella. Un visitante poco observador o quizá distraído por la belleza del edificio podría pasar por alto la talla, sencilla y algo tosca, como corresponde al románico del siglo XII, pero su fama le precede, ya que es la más antigua que se conserva del apóstol con los elementos típicos del romero jacobeo: bordón y zurrón con una vieira.

La sola presencia de la escultura, auténtico icono de todos los caminos a Santiago -para el Jacobeo de 1993 se acuñaron monedas de cinco pesetas con su imagen-, acredita la importancia de la ruta en la que se encuentra, el Camino Mozárabe-Sanabrés, pero no es su único atractivo. Su riqueza patrimonial, la belleza de sus paisajes y la existencia de albergues en todas las etapas -uno de ellos, el de Rionegro del Puente, regentado por la legendaria Cofradía de los Falifos- invitan al peregrino, especialmente al procedente de la Vía de la Plata, a utilizarlo como alternativa para llegar a Compostela.

Más que jacobeo o religioso, el origen del Camino Mozárabe-Sanabrés -que en Castilla y León recorre 150 kilómetros de la provincia de Zamora, de Granja de Moreruela a Lubián- es el de vía natural de comunicación entre Galicia y la Meseta, tanto para pastores como para arrieros y correos de posta. En la primavera de 1225, Alfonso IX lo utilizó para viajar desde Santiago a Puebla de Sanabria y, en 1506, Felipe el Hermoso también lo recorrió para reunirse en Remesal con Fernando el Católico y dirimir la sucesión en el gobierno del Reino de Castilla.

La proliferación de monasterios mozárabes -de ahí su nombre- tras la Reconquista atrajo a una gran cantidad de romeros, que sellaron así la naturaleza religiosa del camino al utilizarlo también, por extensión, para llegar a Santiago pasando por el puerto del Padornelo y Orense. La primera referencia documental de un peregrino jacobeo en el Camino Mozárabe-Sanabrés, el humanista Bernardo de Aldrete, data de 1612. Un siglo después, también hay constancia del viaje que realizó el canónigo sevillano Diego Alejandro de Gálvez. En esa época, la vinculación entre el itinerario y la tumba del apóstol era ya indiscutible.

Una bifurcación

El Camino Mozárabe-Sanabrés nace en el pueblo zamorano de Granja de Moreruela como una bifurcación de la Vía de la Plata, que arranca justo detrás de la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XIX, para cuya construcción se utilizaron sillares del Monasterio de Santa María de Moreruela, el primer cenobio cisterciense de España, situado a poco más de tres kilómetros del pueblo. Aunque por allí no pasa el Camino, la visita a las monumentales ruinas, herencia de la Desamortización de Mendizábal, y su fuente del peregrino -en el muro exterior- es más que recomendable.

La ruta discurre por Faramontanos de Tábara, cruza el río Esla por el Puente de Quintos -en otro pequeño desvío que también merece la pena- y llega a Tábara, localidad famosa por su Beato y por la iglesia de Santa María, cuya torre-scriptorium se representa en una de las miniaturas del libro. La patria chica del poeta León Felipe guarda dos pequeñas joyas más: Nuestra Señora de la Asunción y el Palacio del Marqués de Tábara.

Bercianos de Valverde, Villanueva de las Peras y Santa Croya de Tera saludan al peregrino con sus iglesias parroquiales en piedra rústica y marcan el itinerario hasta una de las paradas más importantes del camino: Santa Marta de Tera y su iglesia románica, que data del año 1077 y alberga la citada imagen del Santiago peregrino.

A través de uno de los óculos del templo se filtra, el 21 de marzo y el 22 de septiembre, un rayo de ´luz equinoccial´ que ilumina bellamente uno de los capiteles, como explica in situ la presidenta del Centro de Iniciativas Turísticas Camino Mozárabe-Sanabrés Rayo de luz, María Jesús Castaño.

Los restos de una villa tardorromana y el yacimiento El Castro hacen de Camarzana de Tera otra parada interesante de la ruta, que prosigue por Calzadilla de Tera, Olleros de Tera y Villar de Farfón hasta Rionegro del Puente, entre la comarca de la Carballeda y la de Sanabria, sede de la Cofradía de los Falifos, dedicada al cuidado de los caminos, los peregrinos, los enfermos y los niños abandonados.

El Santuario de la Virgen de la Carballeda pertenece a la cofradía, al igual que un albergue de peregrinos, restaurado en 2006 y con capacidad para 30 camas, que el secretario de los Falifos y de la Asociación de Amigos del Camino Mozárabe-Sanabrés, Eusebio Rodríguez, enseña con orgullo.

«La verdad es que se nota que este año es jacobeo. La afluencia de peregrinos se ha incrementado en un 30 por ciento», apunta Rodríguez, quien espera que Rionegro cuente «a partir del año que viene» con un atractivo jacobeo más, un centro de interpretación del Camino de Santiago que se ubicará en el antiguo Archivo parroquial.

La torre del temple

A diez kilómetros de Rionegro, en la localidad de Mombuey, el esbelto perfil de la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción se recorta en el cielo. Su aspecto defensivo se atribuye a la Orden del Temple, muy vinculada a la localidad. A la sombra del edificio románico almuerza Santiago, trabajador en la línea del AVE, que afirma que todos los días, cuando coge el coche a las seis de la mañana para venir desde Zamora, ve «a muchos peregrinos por la carretera». «Ahora más, pero también los he visto en invierno», apostilla.

Desde allí, el Camino Mozárabe-Sanabrés discurre por Valdemerilla, Cernadilla, San Salvador de Palazuelo, Entrepeñas, Asturianos, Palacios de Sanabria y Remesal. La tranquilidad y el sosiego envuelven esta última localidad, donde las flores brotan en cada balcón. José San Román, un anciano agricultor que hace «ejercicio» segando con una guadaña las malas hierbas a la puerta de su casa, aconseja no dejar el pueblo sin antes visitar la coqueta ermita, de 1506, a las afueras. Del antiguo «hospital de peregrinos», desaparecido «hace más de 50 años», sólo quedan las ruinas.

Orense cada vez esta más cerca y se nota tanto en el habla de las gentes como en la arquitectura típicamente sanabresa, con casas de piedra y madera de dos plantas con una escalera exterior. De ella hay muchos ejemplos en Puebla de Sanabria, una villa que permite al peregrino viajar en el tiempo gracias a un conjunto histórico bellamente conservado, donde no faltan ermitas, iglesias, conventos y un castillo, el de los Condes de Benavente. Desde las inmediaciones del albergue Casa Luz, a la orilla del río Tera, la impresionante vista del casco antiguo se grabará sin dificultad en la memoria del peregrino.

Terroso, Requejo, Padornelo y Aciberos despiden el tramo zamorano del Camino Mozárabe-Sanabrés, cuya última parada es Lubián, un pueblo en el que las fronteras entre Castilla y León y Galicia se difuminan merced a la hermosura del paisaje, con el puerto al fondo, y de los monumentos. Uno de ellos, el Santuario de la Virgen de Tuiza, rodeado de robles, chopos y pinos, ilustra a la perfección la espiritualidad y la magia que emana de cada rincón de las rutas a Santiago, sobre todo de los menos conocidos.