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De la mano del Cid, de Burgos a Valencia

10 agosto 2010 / Mundicamino

El acceso a los salvoconductos y su sellado son los principales problemas con los que se encuentran los viajeros • El objetivo es generar recursos económicos en las zonas por la que discurre.

La falta de desarrollo urbanístico de los amplios terrenos por los que discurre el Camino del Cid, permiten a los forasteros visitar, como si de un viaje en el tiempo se tratase, pueblos que perfectamente podría haber conocido Rodrigo Díaz de Vivar». Así resume Alberto Luque, gerente del Consorcio del Camino del Cid, la sensación que puede suponer esta experiencia para los visitantes.

La mentalidad sobre cómo emplear el tiempo libre o las vacaciones ha cambiado. Hace 30 años era impensable pasar 15 días de vacaciones caminando y conociendo el atractivo de la geografía española, en vez de descansar y dedicar este tiempo al ocio. Pero los tiempos cambian.

El Camino del Cid se trata de un itinerario relativamente joven al que sólo le falta darse a conocer para ampliar su afluencia. Desde el Consorcio confían en que en el plazo de 10 años sea uno de los grandes itinerarios de Europa. Según explica Luque, «nos es muy difícil llevar un registro de los visitantes. Para facilitar esta labor estamos promoviendo el salvoconducto a modo de credencial, al igual que hace el Camino de Santiago». A través de él la gente puede obtener descuentos, además de guardarlo como un recuerdo de la experiencia o como documento acreditativo.

Por ahora, la mayor parte de la gente que está haciendo la ruta no lo ha solicitado, por lo que «nuestro intento por contabilizar los participantes se ve truncado», afirma Luque. Los que sí que lo han solicitado se encuentran dificultades a la hora de sellarlos, ya que son muchos los pueblos en los que la oficina de turismo no abre todo el año, o los Ayuntamientos que lo hacen puntualmente determinados días de la semana, como es el caso de localidades pequeñas. Pero, esta problemática no es algo exclusivo del Camino del Cid, sino que otros grandes itinerarios se encuentran con las mismas trabas.

Por el seguimiento que han podido realizar, «la mayor parte de los visitantes son españoles y proceden del País Vasco, Madrid y Barcelona», comenta el gerente. Para los que se animan, el Camino presente dos modalidades: por carretera o por sendero.

La que se hace por carretera es la más recurrida. La gente opta por hacerlo en coche, moto o autobús, pero por carreteras comarcales, con poca circulación. Por la otra parte está el camino senderista, dividido en tramos tematizados. Los primeros 9 tramos, que se extienden a lo largo de 300 kilómetros, recorren la ruta del destierro, representando los días que tardó el Cid en salir de Vivar.

El tramo senderista se extiende a lo largo de 1.400 kilómetros, de los que 1.100 están señalizados. En una ruta tan larga como es ésta, resulta fundamental contar con la colaboración de las 8 provincias por las que discurre. A su paso, el visitante se puede encontrar con innumerables parajes que le llamen la atención. «Diversidad de culturas, recursos, paisajes y tipos de población se suceden a lo largo del recorrido.

Como ocurre con otras grandes rutas, siempre hay tramos que pueden resultar más atractivos. «Lo cierto es que parece que la gente siempre quiere empezar por el principio de esta ruta milenaria, es decir, o bien desde Burgos o Vivar del Cid», comenta Luque.

Por los datos que se manejan, los viajeros de este tipo de rutas tienen motivaciones muy especiales. Lo mismo pueden disfrutar del atractivo de un pueblo pequeño, que de un castillo o una ciudad de dimensiones considerables. La mayor afluencia se registra en la época estival, aunque los meses de abril, mayo y junio, y con ellos la Semana Santa suelen ser una época muy buena. Podría decirse que la asistencia se disemina bastante a lo largo del año.

Además de mejorar la señalización, las diputaciones también se están esforzando por mejorar la red de alojamientos, para lo que además de ofrecer descuentos a través del salvoconducto, se está tratando de redireccionar a los viajeros hacia casas rurales o campings, aunque se están creando albergues. A través del Camino, lo que se pretende es «generar recursos económicos por aquellas zonas por las que discurre», concluye Luque.