Apostol

Una mano amiga en el tramo más desolado

29 agosto 2010 / Mundicamino

Un grupo de voluntarios de Cruz Roja cubre durante el verano las etapas más difíciles del Camino de Santiago palentino, de Carrión a Terradillos, para calmar el dolor y la sed de los peregrinos

La poca clemencia del sol castellano puede convertir cualquier jornada veraniega en el Camino de Santiago a su paso por Palencia en un horno, sin apenas sombras en las que refugiarse, que agrava lesiones en piernas y pies y reseca cuerpos y gargantas. Cruz Roja en Palencia conoce muy bien la dureza de muchos de los tramos de su provincia, llanos pero tan extenuantes como la subida a Cebreiro o Mostelares, y por eso cubre durante el estío la ruta de Carrión de los Condes a Terradillos de los Templarios para asistir a los peregrinos.

A la entrada de Lédigos, bajo la poco frecuente sombra de unos árboles, Jesús Abel Leal le cura la ampolla de un dedo del pie derecho al italiano Matteo, que salió de Saint-Jean-Pied-de-Port dos semanas antes. Aunque la herida tiene mala pinta, lo que más le preocupa al peregrino son los dolores en sus rodillas, causantes de que pise mal al caminar. Los casos suelen repetirse: ampollas, dolores musculares en rodillas y tobillos, picaduras de insectos, principios de deshidratación… “La gente es muy agradable, te agradece cualquier cosa. La verdad es que siempre es agradable que alguien te ayude”, afirma Leal, un leonés que reside en Palencia desde hace pocos meses y que dedica parte de su tiempo libre a ‘patrullar’ el Camino de Santiago junto con otros cinco compañeros.

El más veterano del grupo es un jubilado que lleva ya 16 años colaborando con Cruz Roja, Pablo del Río. Durante el tiempo que ha pasado en el Camino ha visto de todo, desde una peregrina “recién operada de las caderas” a niños y jóvenes que ni siquiera habían llegado a la adolescencia o a una subinspectora de Hacienda de Burgos que a pesar de tener “los pies destrozados” quería seguir. Como Leal, Del Río recalca que “la gente es muy agradecida”. Incluso los que no precisan ayuda, “saludan” a las ambulancias y furgonetas de la Cruz Roja cuando las ven pasar.

Para el grupo, que se turna de forma que cada día una pareja cubra la ruta, la jornada comienza a las siete de la mañana. El botiquín, que cuenta con todo lo necesario para tratar heridas, rozaduras, ampollas y picaduras, se carga en la furgoneta junto a varias cajas de botellas de agua, suministradas gratuitamente por segundo año consecutivo por la firma palentina Fuentes de Lebanza. La furgoneta de la Cruz Roja transita paralela al Camino de Santiago y a poca velocidad, para poder hablar con los peregrinos con tan sólo bajar la ventanilla.

Los kilómetros más duros

Carrión de los Condes, Calzadilla de la Cueza, Lédigos y Terradillos de Templarios. La ruta es siempre la misma, los kilómetros jacobeos más duros de toda Palencia y también el punto medio del Camino a Compostela. “Más que el calor, el tramo afecta en el tema psicológico porque entre pueblos no ven nada. Siempre nos preguntan que cuánto queda hasta el siguiente porque lo que quieren es ver un tejado”, precisa Jesús Abel Leal, quien asegura que a los peregrinos “les sorprende la dureza” de estas etapas.

Para que ésta no sea tanta, los voluntarios recomiendan hacer “ejercicios de estiramiento y calentamiento” todas las mañanas, porque “andar 20 kilómetros o más al día sí que es deporte aunque la gente crea que no”.

A pesar de que la labor de Cruz Roja en Palencia a lo largo del Camino de Santiago es eminentemente itinerante, los voluntarios cuentan con una base de operaciones, un antiguo puesto de la Cruz Roja situado frente al Monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes, a la altura de la CL-615 de Guardo a Palencia. “El edificio se inauguró en 1984 y es de la época en la que Cruz Roja se encargaba de los accidentes de tráfico, antes de la creación del 112. Por aquel entonces, llegamos a tener 13 puestos en la provincia”, señala junto a su puerta el presidente de Cruz Roja en Palencia, Francisco Javier Bravo.

Con el paso del tiempo, Cruz Roja ha podido reacondicionar parte del edificio para tener un almacén, un dispensario y una sala de curas donde atender a los peregrinos que se acercan hasta allí por su propio pie. “Esta mañana teníamos a una esperando”, señala el presidente, quien, como el resto, lo que más valora es “la satisfacción que produce la respuesta de la gente”.

Como afirman Noelia de la Fuente y Marta Galindo, responsables de Desarrollo local y Voluntariado, respectivamente, de Cruz Roja en Palencia, su experiencia en el Camino les ha ayudado a mejorar los protocolos de actuación. “En un principio, la intención era desarrollar una labor de apoyo más que de atención sanitaria, pero las cosas se van modificando”, matizan.

Al final, lo que cuenta es estar en la ruta jacobea y que el peregrino se dé cuenta de ello. “Palencia siempre ha estado muy vinculada al Camino, especialmente la zona de Carrión. Las etapas más duras son estas porque se pueden alcanzar los 36 o 37 grados, por eso la elegimos para este proyecto”, recalca Bravo, quien sólo espera poder “hacer más” al año que viene.