Apostol

Pedales de récord a Santiago

05 septiembre 2010 / Mundicamino

Tres vecinos de la localidad de Blimea recorren en seis días los 790 kilómetros del Camino para ganar la «Compostelana».

Casi 800 kilómetros de Camino de Santiago en sólo seis días. Esta ha sido la aventura de tres vecinos de Blimea, que a bordo de sus bicicletas de montaña recorrieron los 790 kilómetros, que separa la localidad francesa de Jean Pied de Port de Santiago de Compostela. Por el camino, mucho sol, grandes puertos de montaña y etapas de hasta 191 kilómetros en una única jornada.

Damián Arienza, Jairo Verón e Iván Valdevidares emprendieron su viaje por una promesa realizada por uno de ellos «que fue a más, y que acabó generando el viaje», que se dividió únicamente en seis etapas. En la primera, entre Jean Pied de Port y Estella, atravesaron localidades como Roncesvalles y Pamplona. Tras dormir en el polideportivo de Estella con más peregrinos, cogieron la bicicleta para llegar hasta Belorado (La Rioja), donde descansaron antes de emprender la etapa más larga del viaje: 192 kilómetros, entre Belorado y Sahagún de Campos. «Fue un día muy duro», recuerda Damián Arienza, porque «anduvimos en bicicleta a 39 grados. El terreno era llano, pero con el calor se hizo muy difícil».

Tras esta jornada llegó la «rompepiernas» que les llevó hasta Astorga, 155 kilómetros «de sube y baja contínuo». El quinto día fue otra etapa dura, en este caso por la orografía: «Llegamos hasta Samos (Lugo), tras superar tres puertos duros: Piedrafita, La Cruz del Cerro y sobre todo, el Alto del Pollo, en el que se pasa de 400 a 1.300 metros de altitud».

La sexta y última jornada fue la de la llegada a Santiago, tras pedalear otros 145 largos kilómetros. Ese día, tras la pertinente visita a la plaza del Obradoiro y a la catedral, recibieron la «Compostelana», el premio a aquellos peregrinos que en año Xacobeo acreditan haber pasado por varios puntos clave del Camino. Aquí, tras comprobar que habían hecho el trayecto desde Francia en tan sólo seis días, les anunciaron que sólo «unos bomberos valencianos habían hecho el recorrido en este tiempo».

Pero en el viaje no todo fue pedalear sin parar. También hubo tiempo «para hablar con otros peregrinos». Una de las experiencias más especiales que tuvieron fue la de poder conversar con dos caminantes «invidentes que estaban haciendo el Camino», algo que «nos dio fuerzas para seguir» pese al exigente ritmo que se habían marcado.

Tras recoger la «Compostelana», por la que aguardaron una cola de dos horas, les llegó uno de los momentos «reconfortantes» del viaje. «Unos amigos nos dieron la sorpresa de ir a recogernos hasta allí» para evitarles el trago de tener que buscar un autobús o un tren para volver a Asturias. «Se trata de una experiencia fenomenal», relata Arienza, que alaba «la organización existente en tantos pueblos para poder albergar a la gente que hace el Camino». En el tramo navarro, riojano y en la parte de Castilla más alejada de Galicia «no había problema para dormir en los albergues de peregrinos». Pero en pleno año Xacobeo, en León y Galicia «esto ya era bastante más difícil. Eso sí, la gente es amabilísima con todos los que quieren hacer el Camino».