Apostol

Espiritualidad y fiesta en el Camino de Santiago

06 septiembre 2010 / Mundicamino

Cada mañana, en un espartano albergue sobre Santiago de Compostela, cientos de peregrinos se preparan para el último tramo de un largo viaje.

Con parches cubriendo las ampollas y vendajes alrededor de sus doloridas rodillas, salen a la calle, con su mochila en la espalda y su bastón golpeando los adoquines.

Su destino: la catedral de Santiago, construida donde la tradición católica señala que los restos del apóstol fueron descubiertos en el siglo IX.

Desde entonces, la capital de Galicia ha sido un centro de peregrinación, pero este año podría batir el récord de visitantes de los tiempos modernos.

Para conseguir el certificado del Camino de Santiago, el peregrino debe completar al menos 100 kilómetros a pie o 200 kilómetros en bicicleta. Y claro, hacerlo por motivos religiosos.

«En el camino, me digo: ‘no lo vuelvo a hacer’. Pero luego, algo se mueve dentro de mí y acabo regresando», explica Pino Fusaro, un italiano de larga barba que recorre el camino por tercera vez.

El italiano Pino Fusaro hace el camino para pedir por un mundo mejor.

En una ocasión, Fusaro incluso recorrió 2.700 kilómetros. Partió desde la ciudad alemana de Nuremberg.

«Lo hice para pedir por la libertad, en mi corazón y en el mundo. Por un mundo mejor», dice el italiano mientras sonríe.

Su religión es el amor, asegura. Pero para muchos, hacer el Camino de Santiago es un acto de fe cristiana.

Vacaciones baratas

«Espero un milagro», confiesa Raquel, joven madrileña que peregrina para pedir por unos familiares. «Tengo un pariente enfermo y hago este sacrificio para que su operación resulte bien».

Para otros, como David, en plena crisis económica, el camino ofrece unas vacaciones baratas. Pero no fáciles.

«Los últimos 5 kilómetros de cada día son horribles. Te duele hasta la piel. Te duelen los tobillos. Lo único que quieres es que termine», confiesa David, al tiempo que admite que, por otro lado, «se conoce un montón de gente y es muy divertido».

Este 2010 es año santo para la catedral, como todos los que el día 25 de julio cae en domingo.

Eso, para los creyentes, convierte el peregrinaje en especialmente importante. Pero también, es una oportunidad comercial para las autoridades locales.

La primera vez que el gobierno de Galicia invirtió en promocionar el conocido como Xacobeo fuen en 1993. Desde entonces, el número de peregrinos y turistas no ha hecho sino multiplicarse.

«El camino es el principal producto de Galicia, y el más distintivo», declara Ignacio Santos, organizador de la programación oficial de este año.

«Promover Galicia como un destino es muy importante para nosotros. Usamos la peregrinación como el corazón de nuestra campaña, pero los objetivos son más amplios», agrega.

Este año el programa es mayor, más largo y más repartido que nunca. Con ello, las autoridades tratan de dar un empujó a la región, también afectada por la crisis.

Momento para la reflexión

La organización defiende que el concepto de mezcla cultural con el de cristianismo no es necesariamente una cuestión comercial.

«El camino es la espina dorsal de Europa. El flujo de ideas, cultura y economía que aconteció en el camino fue parte de la formación de Europa», afirma Santos.

Además, el gobierno autonómico construyó docenas de hostales y repartió balizas y señales por todo el camino oficial.

Este año, la campaña del año santo incrementó notablemente el número de peregrinos y el de visitantes no religiosos a Santiago.

En 1992, el camino fue completado por 9.764 personas. Este año, el mes de julio terminó con un balance de 133.000.

«La sociedad está muy centrada en lo económico. Hay una carencia de espiritualidad en nuestras vidas», estima Maria Eiras, trabajadora de la Oficina del Peregrino.

Eiras cree que el buen marketing es tan solo una de las explicaciones al crecimiento de la popularidad del camino.

«La gente conecta con valores humanos que no experimentan en su día a día. Eso hace el camino muy atractivo», dice.

Otros peregrinos hablan del camino como una oportunidad para reflexionar, sobre todo en momentos de crisis personal –o económica-.

Experiencia profunda

Respecto a los festivales de música pop, los espectáculos y las ferias de comida, la iglesia es pragmática. «Mientras se entienda como el entorno y no la esencia del peregrinaje, no molesta», comenta Eiras.

«La esencia del peregrinaje es la experiencia a lo largo del camino. Es algo mucho más profundo y más espiritual», agrega.

Pero los hombres de negocios locales, seguro que no tienen problemas con los eventos promocionales. Este año se abrieron ocho nuevos hoteles.

Jose Antonio Linares es el gerente de uno de ellos en el centro histórico de Santiago. Su familia solía tener residencias para estudiantes, pero los peregrinos son más lucrativos.

«Al final del camino, los peregrinos quieren una habitación con una gran bañera», comenta al tiempo que revela que eso es exactamente lo que ofrece en su establecimiento.

«Eso como un premio después de todo el sacrificio. Creo que se lo merecen», continúa.

Pero los peregrinos se olvidan de los dolores y el sufrimiento cuando llegan a su destino final. La entrada en Santiago es momento de celebración.

«Estoy triste porque ya terminó. Pero ha sido genial», afirma entre risas Raquel, mientras se abraza a sus amigos frente a la catedral.

Galicia parece determinada a aprovechar al máximo la ocasión. El próximo año santo no llegará hasta 2021