Apostol

ECOS DEL CAMINO

04 octubre 2010 / Mundicamino

El Camino de Santiago contiene un sinfín de referencias para nosotros. Aunque su apogeo se produjo en la Edad Media y su significado más profundo pertenece a ese período hoy, todavía, sigue estando vivo. Los españoles, tan poco dados a valorar lo propio, hemos tardado en darnos cuenta de la importancia que tiene esta tradición viviente. Logroño es una ciudad del Camino y aunque hoy acoge de forma sincera a los caminantes, todavía debe mejorar todo aquello que la identifica con esta vía. Somos parte del Camino, él forma parte de nuestro patrimonio y nosotros, lo queramos o no, contamos con ese ingrediente en nuestra identidad.

Por todo esto no podemos olvidarnos de festejar el año Jacobeo. Es difícil mencionar todo lo que se ha organizado para poder contribuir a este evento. Destacan un número importante de actos culturales que buscan la participación de la gente. En la sala Amós Salvador se desarrolla uno de ellos. Consiste en una exposición de arte contemporáneo que coincide con otras de similares características realizadas en salas de Huesca, Pamplona, Oviedo, Vic, Vigo y Vitoria. En principio el hilo conductor de esta(s) exposición(es) es el camino, el viajero, el viaje, como símbolos de la vida del ser humano. No dudo de la posibilidad de entender este significado en la selección de obras que se presentan. Sin embargo, en algunas ocasiones es bastante dudoso. Sabida es la dificultad para concretar exposiciones colectivas. También es sorprendente la combinación de obras y artistas, aunque exista entre todo ello cierta afinidad. Los nombres elegidos son importantes aunque las propuestas que se pueden contemplar en la Sala ofrezcan un contenido irregular. Por otra parte, el arte de nuestro tiempo luce poco cuando aparece descontextualizado. Me refiero a que las obras se encuentran en bastantes casos algo huérfanas. Falta todo aquello que las rodea, el proceso que en muchas de ellas adquiere un sentido fundamental. Pocas obras actuales tienen el sentido de ‘obra maestra’ cerrada y única, tan propio del pasado. La contemplación de algunas de ellas produce extrañeza en quien no conozca el resto de producción de los artistas presentes. Pese a todo, el conjunto que se ofrece es relevante (Bedia, Bleckner, Bermejo, Carral, Cinto, Colomer, Ferrán y Otero, Hernández Pijuán, Long, Moreno, Navarro, Pérez, Rosenfeldt, Ruff, Signer y Sicilia) y puede servir para despertar el interés en el espectador por el resto de la obra de algunos de los presentes. Es un universo heterogéneo formado por trabajos sobre soportes propios del arte actual: pintura, escultura, técnicas mixtas, fotografía y vídeo.

No puedo dejar de señalar mi satisfacción al ver sobre los muros de la sala el trabajo de nuestra paisana Natividad Bermejo (Logroño, 1961) que, pese a su prestigio, se prodiga muy poco por estos pagos. No es una cuestión ni de amistad ni de patrioterismo local es pura satisfacción estética.