Apostol

La Pola, destino jacobeo

19 octubre 2010 / Mundicamino

El concejo sierense cumple siete siglos. La Carta Puebla ya deja constancia de la existencia de un hospital de peregrinos en la localidad, que este año ha estrenado albergue.

La Carta de Población de Pola de Siero, concedida el 14 de agosto de 1270 por el rey Alfonso X el Sabio, deja constancia de la existencia de un hospital de peregrinos en aquel tiempo. Aunque algunos historiadores datan en 1141 la primera constancia escrita de su existencia, no todos lo tienen tan claro. En cualquier caso, la Carta Puebla deja fuera de toda duda la antigüedad de la alberguería y la importancia del paso del Camino de Santiago para la conformación de Pola de Siero, que recibió el espaldarazo definitivo con el privilegio real.

Y ha sido justamente en 2010, el año en que se conmemora el 700 aniversario de la orden de ejecución de la Carta Puebla firmada por Rodrigo Álvarez de las Asturias, cuando Pola de Siero ha recuperado su albergue de peregrinos, desaparecido en la primera mitad del siglo pasado. La antigua albergueria estaba situada en lo que hoy es la confluencia de las calles Celleruelo y Marquesa de Canillejas, el edificio que actualmente está junto al campo de la iglesia.

Después de la Carta Puebla, hay que esperar varios siglos hasta encontrar documentos que dejen constancia de la existencia del albergue. El archivo de la parroquia de San Pedro conserva varios, datados en el siglo XVIII y en adelante.

Así, en 1764 un documento habla de obras de carpintería en la sala del hospital de la Villa y de una calzada que se hizo delante de la casa y capilla del hospital. Más adelante, en el siglo XIX, queda constancia de los numerosos cambios que sufre el edificio, no sólo en su fisonomía, sino también en el uso. Por ejemplo, en 1840 consta la demolición de una casa anexa al hospital albergue para la construcción de la iglesia de San Pedro. También en 1868 se reduce el inmueble por la apertura de la calle Marquesa de Canillejas.

Sin duda, lo más llamativo es que, por encima de desamortizaciones, amenazas de ruina, cambios de propiedad y de uso (el edificio fue residencia de curas, rectoría y escuela), prevalece siempre la vocación de auxilio de los necesitados. El hospital funciona como tal, siquiera en menor medida que en siglos anteriores, hasta el siglo XX. El último documento conocido sobre el albergue data de 1938, ya en plena Guerra Civil. En el mismo, el párroco José García Galán habla de la construcción de la casa rectoral anexa a la capilla de los mártires y al hospital. Entrada la segunda mitad del siglo pasado, el edificio se saca a subasta y lo compra un particular.

De aquel inmueble sólo se conserva una escultura en relieve de los santos Sebastián y Fabián, que un vecino encontró en la basura y que hoy ocupa un lugar en la capilla anexa a la iglesia.