Apostol

El Camino del Norte es tan bonito, que el fotógrafo no puede descansar

20 octubre 2010 / Mundicamino

Es fotogénico. El Camino de Santiago da mucho juego si uno lleva una cámara y los ojos abiertos. Xabier Arribas ha hecho tres caminos y de todos ellos regresado con paisajes, ermitas y peregrinos, que ahora expone en la sala de Caja Laboral, en una muestra enmarcada en la Semana Jacobea. Pintor, fotógrafo y profesor, Arribas ha peregrinado con mirada de artista, pero lo que ha traído de vuelta a casa es mucho más que una colección de hermosas imágenes.

¿Cuántas fotografías componen la exposición y qué caminos retratan?

-Son 50 fotos en total, hechas en los años 2008, 2009 y 2010, en tres caminos: el francés, el aragonés y el del Norte. Elegir las fotografías ha sido lo más complicado. Tengo que dar las gracias a los compañeros de la AFI, que me han ayudado mucho en la selección y también a la gente de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago.

¿Que diferencias han marcado sus tres caminos? ¿Recomendaría alguno más que los otros?

-Recomendaría los tres, porque todos merecen la pena. Al primero, el camino francés, fui con muchas dudas. Era la primera vez y no sabía si iba a poder terminarlo. Cuando me dí cuenta de que era capaz, empecé a disfrutarlo, a ver lo atractivo que es desde muchos puntos de vista: sus paisajes, el contacto con peregrinos de tantas procedencias, lo relajantes páramos de Castilla, tan minimalistas, en los que llegas a desconectar del todo, como si hicieras una limpia de cuerpo y mente. En el segundo camino, no tenía la inquietud del principio y lo disfruté más, sobre todo la bajada desde Somport a Jaca, dejando el río Aragón a mano derecha. Es una maravilla. Y en el tercero, el paisaje es tan bonito que si vas con el ojo fotográfico no puedes descansar. En cada esquina te sobresalta una playa, un puerto o la casa de un indiano. Es una ruta demasiado bonita.

Junto con los paisajes, los peregrinos -sus caras y sus pies- tienen una fuerte presencia en la exposición.

-Son peregrinos que me encontré en el camino. He hecho los caminos solo, pero desde el primer día ya caminé con gente. Es lo bueno que tiene ir solo, que te fuerzas a abrirte. Hay una especie de feeling, de solidaridad entre los peregrinos, que te hace sentirte como en una gran familia.

También hay fotografías de varias ermitas. ¿Alguna de ellas le ha sobrecogido especialmente?

-Está la ermita de Eunate, que es una maravilla por su arquitectura y por la imagen de la Virgen. Está situada frente a la puerta y cuando la abres y le da la luz, la ves allí, con el niño en brazos, como desafiando al mundo. Me impresionó mucho la de Villalcázar de Sirga, cerca de Carrión de los Condes. Estuvimos un rato dentro y salimos como motos. Notas algo, el poder de las energías telúricas, no sé…Otro lugar especial es San Bol, en la provincia de Burgos. Es un albergue que fue leprosería. Está en una choperita, en medio de un páramo. No hay luz eléctrica ni agua corriente. Llegué allí la noche de las Lágrimas de San Lorenzo y salimos a mirar el cielo. Una maravilla.