Apostol

Una vida en dirección a Santiago

28 octubre 2010 / Mundicamino

Comenzaron en 1973 y desde entonces no han dejado de ser peregrinos. Con la energía intacta, Paquita Albero y Ernesto Rodríguez, de 82 y 86 años, siguen completando juntos etapas del Camino de Santiago.

El matrimonio camina unos 12 kilómetros cada domingo en distintas etapas del Camino

Respiran los recuerdos de cada etapa y sonríen de manera cómplice cuando se miran a los ojos con cariño y rememoran alguna de las miles de anécdotas que han vivido desde 1973, la primera vez que orientaron sus pasos hacia Santiago de Compostela.

Desde entonces, codo con codo, o mejor dicho, zapatilla con zapatilla, Paquita Albero y Ernesto Rodríguez no han dejado de repetir experiencia. Año tras año, siguen recorriendo los distintos caminos que conducen hasta la plaza del Obradoiro. Suman 168 años entre los dos (82 y 86) y llevan 37 calzándose las botas, asiendo con fuerza el bordón y dejando que la concha del peregrino se proyecte entre las sombras que los parajes dibujan en los senderos.

Pese al paso del tiempo, ambos recuerdan con nitidez el 4 de febrero de 1973. Fue la primera vez que este matrimonio decidió comenzar una aventura que todavía hoy continúa. «Hicimos el Camino solos. Fuimos por carretera, aunque son casi 100 kilómetros más, pero en aquellos años la gente no peregrinaba», explica Albero.

Esta primera experiencia, que les costó 14 días, fue la mecha que encendió una ilusión que aún continúa intacta en esta pareja de pamploneses. «Lo volvimos a intentar en 1982, pero esta vez nos llevamos apoyo», se sincera Rodríguez. Acompañados por un religioso y una hermana de Albero, este singular dúo volvió a redirigir sus pasos hacia Compostela. «Mi mujer peregrinaba conmigo por la mañana y, por la tarde, lo hacía su hermana», detalla el tesorero de la asociación Amigos del Camino de Santiago en Navarra desde su fundación, en 1987.

De este modo, Rodríguez realizaba etapas de 50 kilómetros. «Siempre me ha gustado andar. Cuando era más joven corría mucho, incluso maratones», apunta este jubilado. Pero ese «gusanillo» deportivo nunca desapareció de su interior, ya que sigue yendo a caminar «unas dos horas» cada día mientras su mujer se queda en casa, normalmente cosiendo, una de sus grandes pasiones. Así descansa para el fin de semana. «Los domingos salimos con la asociación y realizamos alguna etapa», dicen. Y aunque no recorren toda la distancia, el matrimonio se marca su propio ritmo y camina hasta completar 10 o 12 kilómetros, dependiendo de la dureza del trayecto.

En ruta mozárabe

Desde que Rodríguez, quien también dibuja motivos del Camino en tarjetas y dossiers en su tiempo de ocio, ayudó a poner en marcha la asociación hace 23 años, la pareja no ha dejado de caminar hacia el kilómetro cero, hacia el corazón de Compostela, desde cientos de puntos de la geografía foral, nacional e incluso internacional. «Si vas a Bélgica, puedes encontrar flechas e indicaciones que te van acercando al sendero», dice Albero.

De este modo, el Camino de la Plata, el francés, el aragonés, el portugués o incluso la ruta mozárabe (desde Granada) ya forman parte de la historia de su vida. Salvando algún tramo excesivamente duro, como el puerto de la Pedraja en Burgos, al menos para Paquita, todos los recuerdos son «mucho más que positivos». 58 años juntos, o 58 lunas de miel como asegura Rodríguez, en los que ambos han compartido «mucho más que una afición».

«Es una vida en la que hemos visitado cantidad de lugares, aprendido los secretos del románico y conociéndonos aún mejor el uno al otro», coinciden. «La clave para seguir caminando es seguir al otro», asegura Albero.