Apostol

Peregrinando a Santiago

26 octubre 2010 / Mundicamino

Este último fin de semana he ido a Santiago de Compostela. No es este el primer jubileo que gano, pero como el siguiente año santo no tendrá lugar hasta dentro de 11 años, cuando el día de Santiago cae en domingo, es probable que este de ahora sea el último que gane, aunque, pensándolo bien, el año 2021 está, como quien dice, a la vuelta de la esquina y no quiero ser yo el que ponga límites a la Providencia Divina. Desde que el eremita Pelayo descubre en los años ochocientos, en el bosque de Libredón, unos restos, y el rey Alfonso II El Casto comienza a peregrinar, han pasado algunos años y, como en el verso de Machado, peregrinando, se ha hecho el Camino de Santiago, que ha sido llamado la «Calle Mayor de Europa».

Yo no puedo presumir, sin embargo, de haber hecho ni siquiera un trozo de camino, ni menos los 100 kilómetros a pie o los 200 a caballo o en bicicleta que se exigen para obtener la credencial del peregrino. Con esta confesión me disculpo ante tantos, que desde distintos puntos de partida, a pie, en bicicleta o a caballo, presumen de los muchos kilómetros caminados. Mi peregrinación ha sido en avión, en una línea de bajo costo y, sin que yo pretenda comparar, tengo que decir que esa forma de transporte para peregrinar implica también molestias que pueden ofrecerse como sacrificios, tales como los retrasos, las largas esperas en las filas mientras que los pasajeros intentan que su único equipaje de mano quepa dentro del molde metálico que indica la dimensión máxima del permitido y por la guía comercial de productos en venta que nos ofrecen, voceada por la azafata, algunos tan singulares como cigarrillos sin humo, para fumar dentro del avión. Por supuesto que estas molestias no son comparables con el calor, el frío, la lluvia, las agujetas o las rozaduras del que camina a pie, pero, aun así, el viaje en avión también debe contar para el apóstol.

Ya a primeros del siglo XVII el Breviario Romano puso en duda que los restos descubiertos por Pelayo fueren de Santiago el Mayor. Ahora, el catedrático Fernández Álvarez en España, biografía de una nación también duda, con el argumento, entre otros, de que en los Hechos de los apóstoles se dice que Santiago murió en Palestina en los años 30 d. c. y que los padres de la iglesia del siglo XI no lo refieren en sus escritos. Sin embargo, millones de personas y desde hace muchos siglos han peregrinado a Santiago, a la tumba del apóstol, desde todos los lugares del Universo. Lo que realmente importa es el inmenso testimonio de fe que concita el apóstol. El que dude, tiene opción de continuar la peregrinación hasta Finisterre, para bañarse en su playa.