Apostol

The Way, la gran película del Camino de Santiago

23 noviembre 2010 / Mundicamino

The Way, película dirigida por Emilio Estévez y protagonizada por su padre, Martin Sheen, narra la historia de un hombre sencillo que, ante el mayor palo que le da su vida, decide hacer el Camino de Santiago.

Así empieza The Way: un hombre decide realizar el Camino de Santiago que iba a empezar su hijo cuando se entera de la muerte de éste. Porta sus cenizas en una caja y va depositando pequeños puñados entre flecha amarilla y albergue, caminando con su hijo Daniel, con el que hacía años que tenía una relación fría y lejana. En su periplo no sólo se descubrirá a sí mismo sin pretenderlo, sino que descubrirá la grandeza de otras tres personas perdidas como él y que también han emprendido el Camino de Santiago pretendiendo una cosa y encontrándose con otra.

La profundidad, la belleza y el respeto con que está hecha esta película en torno al Camino de Santiago es algo que nunca hemos visto entre nuestros directores españoles. Nuestras producciones se alejan totalmente de todo lo que tenga que ver con la espiritualidad, la trascendencia y la sensibilidad emocional, algo que sorprende tanto por descorazonador como por penoso.

Pero centrándonos en The Way, cabe destacar, sobre todo, la elegancia con que Estévez plantea la historia de un hombre sencillo. No es maniqueo ni ñoño, no sufre de un vacío existencial ni es un frívolo. Es, sencillamente, un hombre que, ante el mayor palo que le da su vida, decide hacer el Camino de Santiago. Y en él descubre lo que no esperaba, empezando por descubrirse a sí mismo como peregrino, no como turista.

La conversión al catolicismo que sufrió Martin Sheen durante el rodaje de Apocalypse Now le hizo, a partir de entonces, empezar a elegir papeles que pudiesen aportar algo a las películas que ha ido haciendo, algo de humanidad, de valores, de buenos sentimientos, de verdad. Parece que su hijo sigue la estela de su padre, proponiendo ahora una historia auténtica, alejada de todos los convencionalismos y llena de invitaciones a interpretar lo que sus personajes buscan y desean, cuatro caminantes anhelantes de su Compostela –como los cuatro de El Mago de Oz ansiaban llegar a la Ciudad Esmeralda–.

Igual que tuvo que llegar un inglés, Richard Attenborough, para hacer una gran película sobre Ghandi (1982), así he tenido que llegar un americano, nieto de gallego, para hacer una gran historia sobre el Camino de Santiago. Y ésta es sólo la primera reflexión a la que invita The Way. El resto, está en el Camino.