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The Way crítica

29 noviembre 2010 / Mundicamino

Emilio Estevez dirige y escribe en «The Way», sin duda una de las películas que mejor han captado lo que significa recorrer El Camino de Santiago de todas las que se han rodado hasta ahora. Y ha tenido que ser un norteamericano, con raíces gallegas, el que mostrara como se ha de retratar con cariño y respeto una experiencia que cada año realizan decenas de miles de peregrinos.

Dejando aparte «La Vía Láctea» de Buñuel, que es una película evidentemente surrealista, las referencias más cercanas al retrato cinematográfico del Camino de Santiago son comedietas más o menos prescindibles como la francesa «Peregrinos».

Es muy posible, por tanto, que algún peregrino cinéfilo haya estado buscando con ahinco algún filme que le acercara a las sensaciones que había vivido en el Camino y que, probablemente, se haya topado de bruces con que el séptimo arte, que a veces es tan útil para despertar emociones, no se ha portado demasiado bien con la Ruta de las Estrellas.

«The Way» es posiblemente esa película que nuestro Espectador con Compostelana ha estado buscando. Sin ser un ejercicio cinematográfico perfecto, sí es muy honesto, es transparente, es cercano al Espectador. Refleja con fidelidad y de manera emocionante lo que es una Peregrinación por el Camino, el extraordinario crisol de culturas, vivencias, realidades y emociones que se dan cita en la Ruta hasta Santiago… y más allá.

Todo esto es filmado por Estevez con admiración hacia los paisajes, tanto ambientales como humanos, que recorre esta «Road Movie». Sin asomo de burla, sin (apenas) cuartelillo a la exageración o al «Cliché» que tanto suele tentar este tipo de películas.

Es evidente también la complicidad entre padre e hijo, que tan bien se traslada a la película, entre Emilio Estevez y ese inmenso actor que es su padre, Martin Sheen. El interprete de «Apocalipsis Now» da todo un recital de sensibilidad interpretativa y de una capacidad de transmitir emociones absolutamente magistral.

A su lado, un reparto internacional variopinto y algo desigual en sus resultados, hay que reconocerlo. Yorick Van Wageningen y Deborah Kara Unger están mucho mejor que un James Nesbitt que me sigue pareciendo un intérprete histriónico a más no poder, y que sólo llega a contenerse en el tramo final del filme.

En definitiva, el realizador de «Bobby» ha conseguido algo realmente difícil, y muy meritorio. Que una película parezca estar realizada sin trampa ni cartón, y que ese grupo de Peregrinos, con sus anhelos e inquietudes, de alguna manera, también seamos nosotros.