Apostol

Desde Sarria, esto es como el Rocío

03 enero 2011 / Mundicamino

Muchos peregrinos aprovecharon las vacaciones de Navidad para hacer las últimas etapas del Camino Francés que permiten obtener la compostela.

Empezó a lo grande. Javier es de Málaga. Quería hacer el Camino de Santiago y lo hizo. Cogió la bicicleta, llamó a un amigo y puso rumbo a Roncesvalles. Su colega tuvo un problema en Burgos, no pudo seguir pedaleando, pero él continuó la ruta. El 30 de diciembre, justo un día antes de terminar el año, estaba ya en Arca do Pino, la última etapa previa a la entrada en Santiago de Compostela.

Tenía previsto tomar las uvas a la sombra de la Berenguela. Lo cuenta mostrando el mapa de altitudes que tiene pegado a la bicicleta, una guía en la que lleva marcada cada etapa. Es bueno para no perderse. «Primero, cuando tenía compañía, el Camino fue como unas vacaciones. Luego entre Burgos y Sarria fue una etapa solitaria porque como mucho nos íbamos cruzando unas diez personas. Luego, desde allí, esto es como ir al Rocío», asegura. Y es que la cifra de peregrinos que han aprovechado la última semana del año, entre el día de Navidad y anteayer, para hacer caminando los cien kilómetros que permiten ganar el jubileo parece haberse disparado. Es un repunte inesperado en el tramo final del año santo.

Celebración

«Hai bastante xente estes días, máis da que hai habitualmente agora», comenta la camarera de uno de los establecimientos de hostelería dedicados a la atención de caminantes en Arca. Hasta en O Cebreiro la noche de Nochebuena fue celebrada por más de una veintena de peregrinos que durmieron en el albergue.

Pero en ese último tramo de cien kilómetros del Camino Francés que une Sarria y Santiago de Compostela son muchos los viajeros que se han ido cruzando.

Una mujer de Logroño, Nilda, avanza a paso ligero para llegar a Santiago a tiempo de ver todavía abierta la Puerta Santa. Le queda poco para llegar a Arca y en un día más puede que toque con los pies el Obradoiro. Y por esa ruta también va Inma, que viene de Barcelona. «Es una excusa para huir», dice. Y para María, que es de Alicante, representa una experiencia estupenda. «Cada vez que he tenido que hacer algún cambio o decidir algo importante lo he hecho», apunta.

Ambas comenzaron la ruta en Sarria, igual que un hombre de Palma, José Antonio Martínez, que ha venido acompañado de su hija. «Caminar es parte de mi vida, he dado ya la vuelta a la isla», cuenta. Aunque en la primera etapa llevaban equipaje, decidieron alquilar un coche para que se lo transportara.

Economía del Camino

El negocio de acarrear mochilas es uno de los muchos surgidos al amparo del Camino. Porque de esto no solo bebe el sector de la hostelería, también otros que han ido surgiendo a lo largo de los años.

Y el Camino también es un lugar de encuentros. En los últimos días del 2010, un joven de Ávila, Alberto, volvió a encontrarse ahí con un amigo, Jose, que no veía desde hacía años. «Fue en el albergue de Ferreira donde volvimos a vernos», explica Jose, que hace la ruta con otro compañero. Toda una casualidad. Un regalo de Navidad importante.