Apostol

El vagón que trunco una historia

15 enero 2011 / Mundicamino

Hoy se presenta el libro ‘La guía secreta del Camino de Santiago’. El periodista Antxón Urrosolo dedica su relato a Julián Campo y recuerda que su hijo Axel viajaba en el tren que descarriló y en el que perdió la vida el «santón».

En 1999, el periodista, presentador de Televisión y escritor vasco Antxón Urrosolo hizo el Camino de Santiago, desde Roncesvalles a Santiago. Recuerda aquella experiencia por muchas cosas, pero sobre todo, le marcó una: conocer a Julián Campo, con quien a partir de conocerle en el albergue de Castrojeriz después de recorrer los 43 kilómetros que separan Burgos de esta villa, entabló una amistad truncada por su muerte, ocurrida al descarrilar el tren en el que Julián viajaba con José Santino de regreso de hacer un tramo del Camino de Santiago. Antxón estaba entonces planeando rodar un documental sobre su figura.

«Para figura la que yo lucía en mis tiempos de correrías, pesaba 140 kilos, imagínate. Mírame ahora, más ligero y más feliz. Pero conozco vidas mucho más interesantes que la mía. No me arrepiento de mi existencia anterior, si quieres preguntar por ella, vete a cualquier rincón de Burgos y entérate, pero si quieres contar mi verdadera historia, ven, sígueme y narra la vida de los otros, de los desheredados, de los moribundos de aquellos que me han permitido valorar mi escala de valores», le dijo al periodista cuando le propuso la idea del trabajo. Esta anécdota forma parte del relato con el que Urrosolo ha colaborado en el libro La guía secreta del Camino de Santiago, del Jorge González Paredes y en la que también han participado Carlos Herrera, Paulo Coelho, Gonzalo Arroita, José María Ballester o Lartaum de Azumendi. El libro se presenta mañana (12,45 horas) dentro de los actos de la fiesta de San Antón en las ruinas del convento. El relato El golfo que se convirtió en santón no es solo un homenaje a Julián, es saldar una deuda con un hombre que dejó en él una «huella profunda e imborrable», según dice. «Es que no es fácil dejar una vida de lujo, de descapotables, de viajes a Marbella, de ser un viva la virgen y sentir devoción por el maestro Antoñete para ser un incondicional de la Madre Teresa de Calculta, curar las heridas de los peregrinos y atender a los niños tuberculosos en la India», añade Antxón, que también recordará mañana a otro amigo, José María Alonso Marroquín, con quien compartió varias sopas de ajo.

Su hijo Axel tuvo más suerte

Axel había oído hablar a su padre Antxón de Julián, de su historia de «postinero, jaranero, golfo y sandunguero», de su afición a los toros, a los escotes y a los descapotables «hasta que se cayó del caballo, como Saulo, y acabó convertido en hospitalero y misionero», pero no llegó a conocerle, aunque ¡casualidades de la vida! pudo hacerlo porque aquel fatídico 21 de agosto de 2006, Axel viajaba de Galicia -había asistido al entierro de su abuela materna- a Irún en el mismo tren que Julián. Mi hijo tuvo suerte, dice Urrosolo, que cuando estaba en el hospital de Palencia donde operaban a Axel de una pierna, se llevó las mano a la cabeza al descubrir que el Julián Campo que había muerto era su «santón», «su gran Julián». «Pedí verle en el depósito. Fue la última vez que le vi», relata en la guía