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Poblacion de Campos pelea para salvar el Camino de las riadas

31 enero 2011 / Mundicamino

Los vecinos denuncian los continuos desbordamientos de un arroyo que discurre por la localidad. Reclaman actuaciones para solucionar el problema. Un muro de tierra, improvisado elemento de contención.

Se paran. Alzan el brazo. Con su mano derecha, uno indica hacia la izquierda. Otro hacia la derecha. Un tercero permanece a la espera. Tres peregrinos japoneses han llegado al puente sobre el Ucieza, en Población de Campos y deben elegir ruta para seguir el Camino de Santiago. Optan por cruzarlo. El sol luce. Son poco más de las 10 de la mañana. Desconocen la sorpresa que les tiene guardada la Ruta Jacobea: una barrera para evitar inundaciones corta el recorrido.

Junto a esa barrera, José Luis, fuma tranquilamente un cigarro. Este vecino de la localidad terracampina sabe mejor que nadie que cuando el cielo ruge solo hay que esperar «que descargue cuanto antes y que nos coja preparados».

Lo de preparados lo dice con conocimiento de causa. Las riadas -sí riadas en plena Tierra de Campos-, son el pan suyo, y el de sus vecinos, de cada día. «Cuando el arroyo llega aquí -señala una canalización construida en 1996 bajo el camino de sirga-, se desborda y crea una balsa que puede tener 500 metros de longitud». José Luis tiene clara la solución. «Hace 15 años sustituyeron el puente que había por dos tubos que son insuficientes. Con un cajón prefabricado de más sección el agua pasaría sin problema».

Pasaría y no se produciría ese efecto presa que mantiene en vilo a los vecinos de la localidad cada vez que se anuncian lluvias. «El Ucieza está sucio. El arroyo también. ¿Cómo no va a haber problemas?», se pregunta este vecino, lo mismo que Pedro José.

Él es propietario de una explotación ganadera que en varias ocasiones se ha visto anegada por el agua. «Ni bombas ni nada. Cuando el agua sube, sube, y no se para». Comparte los argumentos de su compañero de penitencia y reflexiona. «Aquí vienen muchos, miran, ven cómo se pone, pero nadie hace nada. ¿Sólo cuando pase algo?».

Los que pasan, pero a su lado, son los tres peregrinos japoneses que tres minutos antes enfilaban hacia el puente. Se frenan. Miran el muro de tierra. Sonríen, lo esquivan y siguen su Camino. Han tenido suerte. Meses antes otros peregrinos se las ingeniaron para seguir su ruta. La pala de un tractor les sirvió de vehículo improvisado