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Vía de Rodiezmo y Cruz de la Salve

06 febrero 2011 / Mundicamino

Jovellanos comentaba los accesos hacia Asturias, por Pajares, pero antes de sus viajes la calzada o camino natural de la zona iba por la Collada San Antón.

Por la zona de Pajares pasaron distintas vías históricas o calzadas romanas, que se fueron cambiando de lugar con el paso de los siglos, como ocurre actualmente con las carreteras, autopistas o vías de ferrocarril. Así, primero fue la ruta Prehistórica (acondicionada posteriormente por los romanos) de La Carisa; luego vino la Vía de la Plata por el mismo lugar, al relegarse posiblemente la calzada de La Mesa (o simultanear con ella). Más recientemente el camino oficial fue por dónde va la carretera nacional N-630, con variantes por el Monte de Valgrande y Polación (pues Pajares eran los ‘pajares’ o majadas) y los pueblos de San Miguel del Río y Llanos de Somerón; empleadas esas rutas seguidamente como Camino de Santiago.

En tiempos de Jovellanos, hace dos siglos, se iba por este último ramal citado, con dos rutas por la parte leonesa, una por Folledo y Buiza iba a Villasimpliz y Villamanín, y otra posiblemente anterior, iba de Buiza a la Collada San Antón y Rodiezmo de La Tercia, para seguir luego por Peña Laza o Lasa, a Busdondo y Arbás del Puerto. En esta última aún hay restos del empedrado de la calzada, en particular entre Buiza y Collada San Antón, aunque escondido el mismo por la vegetación.

Un buen paseo de montaña puede ser el que proponemos ahora entre Busdongo y Rodiezmo, con prolongación hasta la foz y collada de San Antón, donde antaño había ermita y venta de viajeros, como en Rodiezmo y Busdongo (y es de suponer en Buiza). Rodiezmo fue importante desde siempre, por considerarse lugar sagrado con varias ermitas (‘Ruy de Hermo’) y capital de La Tercia, hasta que se construyó, a instancias de Jovellanos, la actual carretera general (precursora de la N-630).

Por cierto este ilustre asturiano decía en su Diario, el día 5 de setiembre de 1790: «Salimos de Villamanín; vega agradable a la izquierda; en ella el lugar de Ruidiezmo, cabeza de concejo de La Tercia, realengo, patria de los Freyres Rodríguez de Robles. Más cerca Ventosilla, también a la izquierda del camino, y luego en él Villanueva, anejo de Ventosilla. Tierra firme y llana, a orilla del río Busdongo; montañas de tierra y peña a la derecha. Algo retirado Camplongo, lugar ruín y humilde; a las dos leguas, Busdongo, menos malo, pero mucho. Empieza la subida a Pajares, que ni es agria ni larga; tiene sus rellanos; media legua a la Perruca; poco antes Arbas, a dos tiros de fusil, compuesto todo ese camino por los canónigos (de la Colegiata de Arbas). Empieza la bajada, reparada desde el 82, pero sin más utilidad que estar algo más franca. No están tomadas las aguas en cantarillas; por esto y por no estar corriente la limahoya de las laderas, se vienen sobre el camino, le roban, y saliendo por él, le destruyen. Es preciso franquearla hasta 40 pies, coronarla de petriles, tirarla más suavemente, multiplicar las cantarillas, hacer algunos paredones, buenas limahoyas, árboles fuera de ella, escarpes, zanjas, recodos, piso igual y firme. De Villamanín a Busdongo, dos leguas; a la Perruca, media; a Pajares (el pueblo), media, llegamos a dormir: buena mañana, tarde clara y algo fría hasta Arbas; niebla fría hasta cerca de Pajares. Posada del Gallo, mala casa, buena gente; cuarto alto con tres camas, poco aseado. Hecho el camino, se podría sustentar una buena posada. ¡Qué delicioso país al continuar la bajada que sigue hasta Campomanes!…».

Si comenzamos la excursión a píe en Busdongo (de Arbás o Pajares es mucho trecho) y siempre tomando la dirección Sur, atravesando la vía del tren, con cierto cuidado, ascenderemos por una pista de tierra (que tapó hace unos años los restos de este camino histórico) para llegar en una hora de paseo, con suave subida, a una planicie o collada pastoril, a los pies de la cara Norte de Peña Laza. Tras pequeño descanso y siempre a paso tranquilo, bordearemos la citada peña, para cruzar por sendero una pequeña angostura entre rocas, que nos sitúa en poco más de media hora (en dirección Suroeste) en la collada de Laza, dando vista ya a Rodiezmo y su amplio valle. Tras otro descanso en el collado, frecuentado por rebaños de ovejas y sus fieles perros, bajamos hacia el Sur para Rodiezmo, que siempre lo tendremos a la vista. El sendero está marcado y sortea restos de fortificaciones de la guerra civil. Se pasará por una foz y varios arroyos, para coger al final, como a la hora de marcha, una pista que conduce al citado pueblo. Tras atravesar Rodiezmo y descansar en él, confraternizando con sus vecinos; si nos sentimos con fuerzas podemos seguir hacia el Sur, por ancha pista, en dirección a la Collada San Antón. Esta nueva vía se construyó recientemente sobre el camino histórico, para servicio de los trabajadores de la nueva Variante Ferroviaria de Pajares (uno de los túneles está cerca de Folledo y Buiza); aunque luego no se empleó, pero la calzada romana ya había sido destrozada. Al poco tiempo de esta segunda parte de la caminata, pasaremos junto a un montículo donde se alza una cruz de hierro, denominada Cruz de La Salve, donde paran a rezar los peregrinos. De allí a la foz y collada de San Antón, y tramo aún empedrado de la calzada, hay una hora a paso suave, cruzando un bosque mixto y la foz… La pista nos lleva a esos lugares, en dirección sureña. El regreso puede ser por Buiza (en otra hora desde San Antón) o dando marcha atrás a Rodiezmo, donde nos pueden recoger, para no desandar todo el camino por Peña Laza, a 1500 metros de cota.