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Camino de Santiago: Las ruinas por excelencia, el Convento de San Antón

03 enero 2012 / Mundicamino

Fértil dehesa burgalesa. Llanura infinita donde una línea recta de fino perfil rompe el horizonte entre ocre y azul, en tierra y cielo, señalando la lejanía de la meta compostelana, siguiendo siempre ese campo estrellado que es Compostela. Rara es la colina que interrumpe fluir de la mirada. La de Castrojeriz es la más característica. Hermoso poblacho al abrigo de una montaña coronada por las ruinas de un castillo. Ya hablaremos de él.

A su entrada se situaron los Antonianos, una de las muchas órdenes que hilvanaron el camino hacia el este. Su fábrica es una ruina, sugerente, destechada. El paraíso romántico por antonomasia. Hoy vemos las singladuras imperfectas de unos cuantos sillares que dan forma al que fue un magnífico complejo hospitalario, como muestra la recreación, de esbelta factura gótica. Un edificio de grandes dimensiones, cuasi una catedral, en medio del páramo, al abrigo de la cercana Catrojeriz. Sus rosetones con Tau templaria evocan y al tiempo hablan de la elaboración, del trabajo de orfebrería, que envolvió las zonas nombres del edificio. Paradigma de su importancia.

Si el camino es línea de leyendas, San Antón alimenta unas cuantas, como estómagos lleno en la mísera edad media. Sus enseñas templarias dan solidez al mito, sus historias de hospital lo culminan. Imaginería jacobea en su máximo esplendor. Travesar por su arco, sobre el camino que marca la flecha amarilla, sumerge en los tiempos en aquí venían muchos en busca de una caridad cuyo camino era laberíntico entonces… y ahora.