Apostol

El milagroso camino de Santiago

10 marzo 2011 / Mundicamino

Paz y tranquilidad acompañaban a aquéllos peregrinos durante las cuatro leguas. Leguas de 20.000 pies castellanos del siglo XVI, que las francesas eran más cortas. A buen calzado, mejor camino entre Lichtervelde y Roeselare, sur de Brujas. Pero un mal compañero se les unió sin avisar : Claviceps Purpurea. Quién detrás de este nombre se esconde, no pasa de ser un hongo con nombrete : Cornezuelo. Parásito de cereales, frecuentemente alojado en el centeno, de él tomó apellido; por lo que conocemos a su parentela como “Cornezuelo del centeno. Pero acompañemos a los caminantes…

La ruta flanqueada de molinos, buen pan de centeno, ¡con cornezuelo claro!. Pues el molinero no distinguía hongo del grano de cereal. Cada vez más enfermos, nuestros andantes llegaron a Roncesvalles tal que estantiguas. Comienza la parte milagrosa de la ruta de Santiago. Ya en los reinos que conforman la España de aquéllas calendas, poco a poco curan de sus dolencias y alucinaciones europeas. Y es que como aún la península no había sido invadida de las cadenas de comida-basura-rápida. El pan era diferente, nada de centeno, nada de hongo cornezuelo. Harina de otro costal, resultado de la molienda de trigo candeal, castellano de secarrales llanos. El cambio de dieta los iba curando paulatinamente hasta la llegada a Compostela, ¡por el milagroso camino de Santiago!.

Un pariente del hongo, de agria alcurnia, sigue acompañándonos en pleno siglo XXI. Es un ácido descendiente, el ácido lisérgico, contenido en el Cornezuelo. conocido entre algunos otros como LSD. En los tiempos de confusión general actual, el mal llamado tiempo del género, aquí lleva un la, pues se trata de una prima del ácido : “ la dietilamida del ácido lisérgico” , quién tiene el tratamiento de alucinógeno LSD, un poco falsario pues es semi-sintética.

El largo sendero recorrido por el cornezuelo, a veces como remedio contra hemorragias, de contrario como desconocido productor de epidemias en la edad media. Pues no es hasta el XIX que se le relaciona con distintos padecimientos. Hasta el punto de presuntamente explicar el asunto de las brujas de Salem, o los fuegos bíblicos del infierno y de san Anton. Nos habla de un cierto paralelismo entre nutrición y enfermedades. No obstante, determinadas marcas alimentarias siguen con su publicidad, también paralelas y para-lelos, por aquello de la igualdad, por abajo…

¡Pues desgraciadamente cada vez somos más iguales en las humanas miserias!