Apostol

El último trotamundos

13 marzo 2011 / Mundicamino

Carlos lleva su espectáculo en un carro tirado por un poni y siete perros

Trotamundos es, según la definición de la Real Academia de la Lengua, la persona aficionada a viajar y a recorrer distintos países. Y bien podría ser la mejor etiqueta para definir a Carlos, un frances de Perpiñán, que ayer pasó por León con su carro tirado por un poni y siete perros camino de Santiago de Compostela.

Detrás de su sonrisa guarda una historia vital que tampoco ha sido fácil, pero de eso no quiere hablar. Prefiere sacar de su carro un acordeón, un saxofón y un clarinete para tocar para sus compañeros de viaje y para los curiosos que ayer se acercaban a él en la zona de la plaza de toros a primera hora de la mañana. Carlos, Charles, no pide. Se dedica a hacer espectáculos callejeros. Lo mismo toca un instrumento musical que saca del bolso unas avellanas que hace desaparecer por arte de magia.

«Mi sueño es dar la vuelta al mundo», explica mientras da de beber a los animales. Hace unos meses partió de Perpiñán, en el sureste de Francia, camino de Lourdes, su primera parada. De allí a Tarbes, de cuyo paso conserva un recorte de prensa sobre sus perros.

En pocos días espera llegar a Santiago de Compostela. Quizá hoy haya hecho noche en Astorga. «Duermo donde llego. No tengo prisa. Vamos despacio», añade en plural. Y es que el poni y los perros son más que sus compañeros de viaje. Son su vida y quizá, también, los únicos que le dan cariño. «El caballo me lo regalaron para este viaje. Nunca había tenido uno». Antes, añade, durante 12 años, trabajó con un conejo en un espectáculo de calle.

Desde Santiago volverá a Francia para seguir «por la cuesta» de Italia camino de Israel. Todos sus recuerdos los lleva en un pequeño cuaderno. Gentes que se han cruzado con él en la carretera y que han dejado versos o comentarios como «eres el único que entiendes realmente la vida».