Apostol

Alfonso II

23 marzo 2011 / Mundicamino

Olvido total del asturiano más destacado de todos los tiempos

Tal día como el 20 de marzo del año 842 falleció en Oviedo el rey Alfonso II el Casto: el asturiano más destacado -y con diferencia- de todos los tiempos y uno de los españoles y aun europeos más importantes de la historia.

Su reino iba del Finisterre al Bidasoa, llegó hasta Lisboa en sus incursiones por tierras musulmanas, descubrió la tumba del Apóstol, creó el Camino de Santiago -la institución más importante de la Edad Media-, hizo la Cruz de los Ángeles y su sobrino, el también carbayón Bernardo del Carpio, derrotó a Roldán, sobrino de Carlomagno, en Roncesvalles, una batalla tan importante como la de Covadonga -en una se frenó a los invasores del Sur y en la otra, a los del Norte- hasta el punto de que los historiadores españoles -todos afrancesados- dicen que es un personaje mítico, que nunca existió.

Alfonso estableció la capital del Reino en Oviedo y de ahí que se lo considere como el rey alcalde. Está enterrado en la Catedral, en el Panteón Real, quizás el más antiguo de Europa.

Para qué seguir. Muerto el deán Ángel Pandavenes y desaparecido el concejal José Suárez Arias-Cachero, la fecha cursa clandestina.

Y es que Oviedo es la gran ausente de Asturias, incluso ausente de sí misma. Los unos, desde la izquierda, la odian -los socialistas volaron en el 34 la Cámara Santa de Alfonso II, así que ya me dirán- y los otros son apenas oportunistas o meapilas sin valores políticos y civiles, gente pastueña y rendida al discurso progre. Conclusión: aquí sólo hay socialistas de izquierdas y socialistas de derechas.

A Oviedo le ocurre respecto a Asturias lo mismo que a Madrid respecto a España. Mal asunto, muy mal asunto.