Apostol

La iglesia de santiago de villafranca del bierzo, el perdon por anticipado

17 marzo 2011 / Mundicamino

Tierras bercianas, más bien dicho, olla berciana. Saliendo de Ponferrada, lo escarpado del verde paraje da lugar alineados viñedos como no veíamos desde el tramo riojano. Por el camino la bella, rica y engalanada Cacabelos, una población D.O. Al fondo el macizo que separa Castilla de Galicia cual telón. El camino se hace cuesta arriba. No lo adivinamos, ahí, en la primera línea del horizonte, donde se pierde el sendero polvoriento amanecerá Villafranca del Bierzo, la bella de entre las bellas, desde luego la más hermosa de las villas leonesas.

Pero Villafranca tiene su vigía románico, quebrando la silueta de su fortaleza ilustrada. Es la iglesia de Santiago, quizá más desnuda de las obras románicas. En su esencia quiere serlo así. En la entrada de la villa de los francos en el corazón de Bierzo, muchos alcanzaban el perdón por anticipado. Los enfermos, los maltratados por la travesía, los muy viejos, lo exhaustos que no podrían travesar el pórtico de la Gloria santiagués, recibirían aquí el perdón que no podrían acoger en la meta jacobea, por estar aún muy lejos. En Villafranca se consumen unos dos tercios de camino, pero lo que restaba no era especialmente sencillo, la ascensión hacia Piedrafita era dura, y muchos no se veían con ánimo de afrontarla.

La de Santiago es otra de las piezas maestras del románico hacia el este. Desnuda, sencilla, ausente de parabienes. Es la esencia misma del estilo que la concibió. Su puerta norte es el elemento más característico, una sucesión de arquivoltas que dan forma a la puerta, no podría ser de otra manera, del perdón. El que por aquí entrara podría recibir el indulto jubilar de valor santiagués. A los pies mismo del camino nos hallamos ante uno de los accesos más resplandecientes de la ruta. La armadura románica esconde un tamizado interior, donde un Cristo de tres clavos nos espera. A partir de aquí, la pequeña Compostela, la ciudad de techumbrada en pizarra. La que nos obsequiará con aroma jaboeo pleno. Todo está aquí. Gótico, neoclásico y un barroco que justificará esa comparación con la meta del camino.