Apostol

El realismo mágico calé

08 abril 2011 / Mundicamino

El volumen Cuentos populares de los gitanos españoles reúne las narraciones orales tradicionales de esta etnia original de la India.

Tras una peregrinación de cientos de años, los gitanos llegaron a España a comienzos del siglo XV. No está claro cuándo salieron de la India, su lugar de origen. Pero sí las escalas que hicieron antes de alcanzar nuestro país: Persia, Siria, Armenia, Rumanía, Francia… El Camino de Santiago les abrió el paso y durante esa centuria varios monarcas ibéricos les concedieron libertad de movimientos en sus respectivos reinos. Traían consigo una cultura ancestral, aunque aquí ya vino algo diezmada: se la fueron dejando a jirones en las cunetas de los caminos. Cuando se instalaban en un lugar cultivaban un sincretismo equilibrado: en algunos puntos se mantenían fieles a su acervo; en otros, en cambio, se mostraban más flexibles, más abiertos a contaminarse.

Un ejemplo de esto último es su tradición de narrativa oral. La editorial Siruela acaba de publicar el libro Cuentos populares de los gitanos españoles, donde se recoge buena parte de ese bagaje literario tan reacio a constar sobre el papel. El encargado de confeccionar el volumen ha sido Javier Asensio García. En su búsqueda de relatos por toda la geografía española siempre acababa en los mercadillos: «Allí siempre encuentras a alguien que ha oído a sus padres, o a sus abuelos, o a sus tíos… Son lugares donde se producen carambolas afortunadas, que te deparan encuentros…», explica Asensio.

Ha estado seis años grabadora en mano registrando toda esa sabiduría en peligro de extinción. También le remitían los relatos a través del correo electrónico y escritos a mano. Un material, en muchos casos, confuso y difícilmente digerible. «He intentado respetar lo máximo posible la oralidad, para no traicionar el origen de los cuentos, aunque también hay una importante labor de edición, que permite que sean perfectamente legibles». Asensio es consciente de que la cadena de transmisión generacional de estos relatos padece graves cortocircuitos. «Se está perdiendo mucho, los grandes narradores han fallecido y los nuevos hábitos (internet, televisión, el sedentarismo…) no ayudan a que la gente nueva se enganche».

«Muchos me dicen ‘esto me lo contaba mi abuelo asando patatas y castañas en medio del campo'», explica Asensio. El nomadismo y los periodos de recolección en cortijos, majadas, campamentos a la intemperie eran el caldo de cultivo en el que, al calor de una buena lumbre, los más mayores embelesaban con sus cuentos a los jóvenes. En esas narraciones aflora la épica caballeresca de Bernardo del Carpio, Carlomagno, Roldán, Oliveros y los Doce Pares de Francia. «Estos personajes históricos y legendarios se funden con la tradición calé». El resultado es una curiosa mixtura de hilos narrativos.

También abunda una especie de realismo mágico gitano, en el que la realidad, tentada por la imaginación, se desvía a través de líneas de fuga. La leche de leona, entonces, cura las enfermedades y las serpientes sorben furtivamente las mamas de las mujeres embarazadas, dejándolas secas. El miedo a los muertos, espíritus que se aparecen, el malfario, las maldiciones son elementos recurrentes. García Márquez decantado según la idiosincrasia calé.

Hay algunos relatos que remiten a Oriente, con sus alfombras voladoras y todo. La India resuena a lo lejos. «Pero -matiza Asensio- no hay ningún cuento original, que se mantenga intacto». Los trasiegos milenarios han actuado como una especie de turmix que ha batido las más diversas raíces narrativas. La pureza no existe, sólo el misterio que abre un anciano en medio de la noche cuando pronuncia la fórmula ‘Había una vez…».