Apostol

Un alto en el Camino

26 abril 2011 / Mundicamino

El albergue de Irun recibe a los primeros peregrinos de la temporada desde el 1 de abril. No se esperan tantas pernoctaciones como en 2010, Año Jacobeo, si bien se prevé que se produzca «un repunte» en las peregrinaciones respecto a 2009

Gillert Rogister llega al albergue de peregrinos de Irun, en la calle Lucas de Berroa, poco antes de las cinco de la tarde. Belga de 60 años, recorre el Camino de Santiago por cuarta vez: planea llegar hasta Oviedo y allí, tomar la ruta denominada Camino Primitivo hasta Santiago de Compostela. «Es diferente en cada ocasión», asegura. «Nuevas personas, nuevos lugares…».

Demetrio Grijalba, responsable del albergue de Irun y delegado en la comarca de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago, sella su credencial mientras le explica los detalles y normas del piso en el que va a pernoctar. Gillert asegura que los albergues «son más familiares en España que en Francia». Del de Irun en concreto, subraya que le parece «estupendo».

Tras pasar la noche en Irun, comenzará un periplo que prevé se prolongue «unos 35 días», recorriendo aproximadamente 30 kilómetros a pie cada jornada. Gillert subraya que lo mejor del Camino, además de esa «sensación de libertad», es la gente que se va encontrando en él. «Mayores que yo, jóvenes de 18 años…». Se refiere también a ese momento en que el peregrino se aproxima a Santiago de Compostela: «los últimos cinco kilómetros… Los recorres con un nudo en la garganta», asegura.

Goteo constante de peregrinos

Jesús Villar llega al piso de Lucas de Berroa mientras Gillert deja su mochila en uno de los dormitorios. Este irunés de 65 años y jubilado desde hace sólo «20 días» no llega para pernoctar, sino en busca de información: «tengo previsto empezar el Camino el lunes», explica. Será la primera vez que se embarque en esta aventura, después de una serie de anécdotas que le han llevado a tomar la decisión: «suelo andar mucho por el monte. Un día de tormenta me crucé por Jaizkibel con un grupo de peregrinas. Me pregunté, ¿por qué ellas sí y yo no?». Lo tuvo claro después de encontrar casualmente, una tarde, «una estatuilla de Santiago en el suelo». Iniciará su camino en Roncesvalles para seguir el Camino francés, y asegura que no se lleva consigo la figura hallada «porque pesa mucho, que si no…».

En torno a las 18.00, el timbre del piso de Lucas de Berroa vuelve a sonar. «Esto es un goteo constante», asegura Demetrio Grijalba. Jesús, de 46 años y natural de Vitoria, recupera el aliento sentado en la sala común, aún con el maillot de ciclista puesto. Explica que «estoy probando a hacer un par de etapas, con la idea de recorrer el Camino entero en verano».

Constituiría su segundo peregrinaje a Santiago, después de realizar anteriormente el Camino francés. El próximo verano, optará por la costa: «me atrae mucho el paisaje y los desniveles», asegura Jesús. Define su experiencia peregrina como «muy positiva. Turismo es algo que no puede hacer todo el mundo, pero el Camino sí», subraya.