Apostol

El primer Papa peregrino

03 mayo 2011 / Mundicamino

Juan Pablo II visitó dos veces Galicia y fue el primer Pontífice en hacerlo en Año Santo.

Vestido de peregrino, Juan Pablo II realizó a pie los últimos cien metros del Camino de Santiago en 1989. Era su segunda visita a la comunidad gallega. Siete años antes viajó a Galicia con motivo del Xacobeo, lo que lo convirtió en el primer Papa en hacerlo en Año Santo.

Juan Pablo II, convertido ayer en el décimo Papa beatificado en toda la historia de la Iglesia, realizó cinco viajes a España y en dos de ellos se trasladó hasta la comunidad gallega. Wojtyla pasará a la historia como el primer Pontífice que visitó Galicia en Año Santo. Fue en noviembre de 1982 y hubo que esperar casi tres décadas, hasta el viaje de Benedicto XVI el año pasado, para que un Papa volviera a la catedral de Santiago en año Xacobeo.

La primera visita de Juan Pablo II a Galicia se enmarcó en un recorrido que el Pontífice realizó, durante diez días, por toda España. Un viaje pastoral en el que acudió a Madrid, Ávila, Salamanca, Toledo, Sevilla, Granada y Barcelona, entre otras ciudades. En Santiago, celebró en la catedral un acto europeísta en el que aludió a las raíces cristianas de Europa y rezó ante el sepulcro del Apóstol. Horas antes, Juan Pablo II había oficiado la Misa del Peregrino en el aeropuerto de Lavacolla.

Galicia tuvo que esperar siete años para acoger una nueva visita del Papa. En 1989, con motivo de la IV Jornada Mundial de la Juventud, Juan Pablo II volvió a Compostela. Esta vez no dudó en vestir la capa de peregrino para realizar a pie los últimos cien metros del Camino de Santiago que llevan a la plaza del Obradoiro. Ya en este rincón compostelano, Juan Pablo II saludó a los miles de jóvenes congregados y les pidió que no olvidaran el «legado histórico del Xacobeo» y que mantuvieran su fidelidad a la fe católica.

Juan Pablo II advirtió a los jóvenes de los peligros de los caminos «errados», de las «propuestas fáciles» y las «ambigüedades» y les invitó a ser «apóstoles valientes» ante el «gran desafío» del «neopaganismo y el proceso de secularización» para construir una civilización de «amor, justicia y paz».

Durante su primera visita a España, en 1982, Juan Pablo II aseguró sentirse atraído por este país por su «fidelidad a la Iglesia y servicio a la misma, escrita en empresas apostólicas y en tantas grandes figuras» que «la defendieron en momentos difíciles». «La porción más numerosa de la Iglesia de Cristo habla hoy y reza a Dios en español», añadió dando gracias. «No ignoro, por otra parte -señaló- las conocidas tensiones, a veces desembocadas en choques abiertos, que se han producido en el seno de vuestra sociedad».

Ya en 1984, el Papa hizo escala en Zaragoza, en vísperas de la festividad de la Virgen del Pilar, mientras viajaba camino de la República Dominicana y Puerto Rico, en el marco de las celebraciones del V Centenario de la Evangelización de América. Concretamente, explicó que su parada se debía a que España es la tierra que «abrió la comunicación entre Occidente y el continente americano y la que, en gran parte, llevó al mismo la luz de la fe en Cristo, junto con Portugal» y recordó las carabelas.

En el año 1993, Juan Pablo volvió a pisar suelo español. Los fieles españoles pudieron ver en persona al Pontífice en Sevilla, Huelva y Madrid, durante un viaje que se prolongó desde el 12 al 17 de junio con motivo del XLV Congreso Eucarístico Internacional.

En esta ocasión, el Papa animó a los obispos españoles en su esfuerzo por conseguir una «nueva evangelización» y se mostró consciente de «la grave crisis de valores morales, presente de modo preocupante en diversos campos de la vida individual y social que afecta de manera particular a la familia, a la juventud, y que tiene también repercusiones en la gestión de la cosa pública». «Es innegable la existencia de un creciente proceso de secularización, que halla puntual eco en algunos medios de comunicación social, favoreciendo así la difusión de una indiferencia religiosa que se instala en la conciencia personal y colectiva», lamentó.

Su quinto y último viaje a España tuvo lugar del 3 al 4 de mayo de 2003 para canonizar a cinco españoles: sor Angela de la Cruz, sor Genoveva Torres, la madre Maravillas, el padre Poveda y el padre Rubio. A su llegada, el Pontífice pidió la paz para España y el rey Juan Carlos I le agradeció sus «reiteradas condenas del terrorismo perverso e injustificable que padecen los españoles» así como su «aliento y solidaridad hacia las personas que sufren el dolor que genera».

En total, Juan Pablo II canonizó a 24 beatos españoles. Además, nombró a ocho cardenales españoles en los nueve consistorios que celebró durante su Pontificado. De estos ocho cardenales, dos forman parte de la Curia Romana: el presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, el cardenal Julián Herranz y el cardenal camarlengo emérito, el español Eduardo Martínez Somalo.