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El Camino da el do de pecho

23 mayo 2011 / Mundicamino

Cinco integrantes del coro del hospital psiquiátrico penitenciario de Fontcalent (Alicante), acompañados de tres funcionarios, realizan el Camino de Santiago desde Sarria cantando.

La aventura surgió hace unos meses de la mano del educador del centro y monitor del coro, Javier Santos, que decidió embarcar en este viaje a cinco de los integrantes del grupo -Rafa, Carlos, Juan, Pedro y Antonio-. Los internos cambian así por unos días las cuatro paredes del centro por la libertad de la ruta jacobea.

Los participantes aprovecharon el viaje de ida para preparar las voces, pero también unas semanas antes entrenaron. Según explicaron, realizaron alguna salida y parece que por el momento el Camino no les pasó factura, pues ninguno sufre principios de tendinitis o ampollas.

Nada más llegar a Sarria amenizaron un misa, en la que cantaron una composición de Mozart. Uno de los funcionarios, que no los había escuchado nunca, se mostró «sorprendido» por el talento de los internos. «Cantan sólo a dos voces, pero con mucha pasión, con fuerza. No te esperas que suene tan bien y con la sonoridad de la iglesia…», señaló el educador.

Durante la primera etapa, que los llevó hasta Portomarín, los miembros del coro compartieron su pasión por la música con otros peregrinos, como una joven canadiense que viajaba con un ukelele. Su objetivo es poder cantar en cada una de las iglesias de las localidades donde finalizan la etapa.

El repertorio de este grupo, que está compuesto por 20 personas, es muy variado, desde música religiosa a habaneras, pasando por música renacentista o la canción popular, como la ‘Salve Rociera’ o el ‘Asturias, patria querida’.

En sus camisetas lucen el nombre del coro, De Par en Par, que hace referencia a que es un grupo «abierto a todo el mundo». «La gente entra y sale, es un coro muy abierto. Salimos a cantar a otros lugares, centros, iglesias. Está abierto hacia fuera y hacia dentro y hacemos intercambios con otros grupos», dice el monitor.

Tienen previsto completar los poco más de 100 kilómetros que separan Sarria y Santiago en cinco o seis días. La última jornada aprovecharán para asistir a la misa del peregrino, hacerse con la compostela y visitar la ciudad. El viaje lo financian ellos mismos, pues durante los últimos meses elaboraron piezas de cerámica que luego vendieron, con la ayuda de la monitora de este taller.

Para los peregrinos, procedentes de diversos puntos de España, realizar el Camino es una «oportunidad única». Se muestran sorprendidos por el paisaje y la gente. «Los vecinos te saludan. Se crea una hermandad con los peregrinos, conectas con todo el mundo, cualquier cosa que necesitas te la ofrecen», destacaron los participantes, quienes se consideran «afortunados» por poder salir del centro durante unos días. «Es lo máximo a lo que puede aspirar una persona que no tiene libertad, hacer deporte y disfrutar de este evento. Mejor terapia que ésto no hay», apuntó Antonio, quien tuvo un recuerdo para los compañeros que no pudieron acompañarlos.