Apostol

Tradición, cultura y vitalidad en Santiago de Compostela

06 julio 2011 / Mundicamino

Milenaria y acogedora, tierra de meigas y de sorpresas, la capital gallega desprende un espíritu que contagia.

Para algunos es el final de un largo camino, para otros es el punto de inicio de una nueva experiencia, pero con seguridad, Santiago de Compostela no dejará indiferente a nadie. Ciudad de acogida, milenaria y cautivadora, tierra de meigas y tradiciones, desprende vitalidad y orgullo de saberse poseedora de uno de los patrimonios religiosos más importantes de la Europa Occidental. Y es que Santiago es, junto con Jerusalén y Roma, una de las tres Ciudades Santas del Cristianismo.

Las calles de su casco antiguo son una auténtica joya. No en vano, desde 1985, esta parte de la ciudad está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, un reconocimiento que también ha recibido el Camino de Santiago, la ruta que siguen desde distintos puntos los peregrinos que veneran las reliquias del apóstol Santiago el Mayor.

El centro de la ciudad bulle de cultura, arte y vida. Peregrinos, estudiantes y turistas conviven en un ir y venir permanente que invita a detenerse y disfrutar de los placeres que ofrece Santiago. La plaza del Obradoiro, punto en el que se levanta la catedral, es el auténtico epicentro, el punto donde muere la «Calle Mayor de Europa» –nombre con el que se ha denominado al Camino-. En ella se hallan los principales atractivos turísticos: la catedral, una auténtica maravilla del románico español, que este año cumple su 800 aniversario; el Palacio arzobispal de Xelmírez, que data del siglo XII, y es un fantástico ejemplo del románico civil; el Hostal de los Reyes Católicos u Hospital Real –hoy convertido en parador nacional- que data de 1511; el Colegio de San Xerome, en la actualidad rectorado de la universidad, pero construido en el siglo XVI para acoger a estudiantes de Artes sin recursos, y el Palacio de Raxoi, construido, durante la segunda mitad del siglo XVIII, que alberga el ayuntamiento y la Xunta de Galicia.

La catedral

Hablar de la auténtica «perla» de Santiago, la catedral, merecería un apartado especial del que no disponemos, pero, no por ello dejaremos pasar la ocasión de mencionar algunos detalles. La construcción del edificio que conocemos hoy -con anterioridad habían existido en su lugar otros templos-, se inició en el año 1075, sobre el antiguo sepulcro que conserva todavía los restos del apóstol. Su diseño fue pensado para aglutinar un gran número de peregrinos y los distintos arquitectos de la época –los mejores maestros del románico- que participaron en la creación construyeron una obra sin igual, que permitía admitir a grandes multitudes que deambulaban por los laterales mientras tenían lugar las funciones litúrgicas de la nave central. De esta época destaca por encima de todo el espectacular Pórtico de la Gloria, la fachada románica sobre la plaza de Platerías- la única de este estilo que se conserva-, y la Torre del Reloj, que alberga la campana mayor de la catedral. Desde su consagración en 1211, el templo ha experimentado cambios sucesivos, con la incorporación de elementos góticos, renacentistas y, sobre todo, barrocos. A esta última época –la barroca- corresponden los detalles más característicos visibles en la actualidad: la magnífica fachada del Obradoiro, llamada así, según los expertos, por la permanente presencia de los artesanos trabajando en ella.

Además de la catedral y sus alrededores, Santiago cuenta con muchísimos otros atractivos. No podemos dejar de visitar en la plaza de Platerías, la fuente de los Caballos, una de las más antiguas del casco antiguo, la Casa del Cabildo o la Casa de los Canónigos, el Monasterio de San Pelayo de Antealtares y la Casa de la Parra en la plaza de la Quintana