Apostol

Arturo, el cura peregrino

29 julio 2011 / Mundicamino

Anda por el Camino de Santiago rulando una historia a propósito de cierta postal que Ratzinger, antes de convertirse en Papa, envió al hospitalero de Molinaseca y en la que firmaba como futuro sucesor de San Pedro cuando la sede aun tenía a su frente a Juan Pablo II. Cierta, o no, formaría parte del anecdotario de los miles de curas peregrinos, ya párrocos, ya cardenales, que gustan patearse el Iter Sancti Iacobi. Pero, si hubiésemos de elegir a uno entre tanto hombre consagrado a Dios que conoce la reciedumbre de esos kilómetros de aprendizaje personal, ése, sin duda, sería Arturo Cabo Carrasco, titular de San Salvador de La Bañeza, cuya memoria pronto, en poco más de una semana, quedará para siempre en el recuerdo de sus conciudadanos en forma de calle a él dedicada.

No suele ser frecuente lo de profeta en su tierra, pero hasta en eso Arturo ha sabido ganarle el pulso a una ciudad amable y abierta, a sus gentes, variopinta mezcolanza urbana fundada por la alianza medieval de bercianos y mozárabes hace más de mil cien años. En estos tiempos de la inmediatez y el todo vale, en los del pan y circo para el pueblo mientras la élite teje y maneje, Arturo Cabo se ha mantenido fiel a su vocación de sacerdote. La misma que le arrancó de su Bañeza de joven y le devolvió a ella hace ahora veintiséis años de nada-¦ Toda una vida. Por el medio, entre juventud y madurez, ese Bierzo minero duro de la reconversión, de las madres y esposas que pierden al hijo o al marido porque el destino quiso arrebatárselo un día aciago. Esos mismos mineros que, cuando supieron que su cura regresaba al llano, le acompañaron y despidieron en La Bañeza, que le añoran y todavía guardan excelente recuerdo de él.

Porque Arturo Cabo no es cura al uso. Nadie espere palabras melífluas, sino convencimiento, no aguarde ojos entornados al cielo confiando en que se abran para salvar a los hombres, sino entrega a los feligreses para que ellos mismos luchen por mejorar vida y alma y colaboren, codo con codo, con los demás para transformar un poquito este mundo de perros individualistas en el que nos ha tocado vivir.

Cualquiera que visite la parroquia y sus barrios observará cómo el paso de Arturo Cabo ha modelado sus formas, dejando en ellos su huella. En El Polvorín, hoy Barrio de Santa Marina, cuyo viejo consultorio médico se ha convertido en refugio de peregrinos, todo un símbolo de La Bañeza y de esa asociación, Monte Urba, que nace y crece gracias a Arturo, que ha llevado peregrinando por todas las vías que a Santiago llevan, el nombre de mi ciudad. Organizador de conferencias, impenitente luchador, caminante de pro, bañezano de lujo, eres un honor para nuestro pueblo, Arturo. Tú también has hecho historia. Enhorabuena a ese ayuntamiento presidido por Palazuelo que ha sabido honrar a quien honor merece.