Apostol

Una Ruta que no envejece

23 febrero 2012 / Mundicamino

Retrato del itinerario jacobeo a partir del testimonio de viajeros de todo tipo.

El paso de los siglos no impide que el Camino de Santiago siga atrayendo peregrinos.

El Camino de Santiago es historia y sigue siendo actualmente una de las rutas que más personas atrae a España para conocer la cultura y la tradición de nuestro país. Y La Rioja, pese a estar surcada sólo por sesenta y cinco kilómetros del Camino Francés, representa un enclave fundamental en este recorrido. Miles son las personas que cada año atraviesan nuestra Comunidad camino de la ciudad jacobea, en una tradición que se remonta al siglo XI, cuando Sancho III el Mayor fijó el trazado definitivo del Camino Francés.

Y muchos son también los motivos que empujan a la gente a llevar a cabo la Ruta: desde la inicial penitencia que obligaba a presos y delincuentes, hasta promesas, llamadas de Dios, desafíos personales y apuestas, causas éstas últimas más comunes hoy en día. Las estadísticas dicen que el 80% de los peregrinos hace el camino por motivos fundamentalmente religiosos, al 18% le motivan causas religioso-culturales y sólo el 2% se atiene a razones culturales o turísticas.

En las últimas décadas el Camino se ha expandido geográficamente y cada vez son más peregrinos y de nacionalidades más variadas los que se disponen a completarlo. Si bien es cierto que muchos de ellos no realizan el recorrido completo, sino que se limitan a hacer ciertas etapas o a dividir el Camino por años. Es una tendencia que está muy de moda actualmente, y también es el caso de muchas de las personas que llegan a Logroño. Y es que la capital riojana «es un gran final» para uno de estos periplos, como nos explicaba Ramón, que junto a su esposa comenzó su particular ruta en Pamplona con destino «La Laurel, que nos la han recomendado encarecidamente». Y es que la céntrica calle logroñesa es conocida incluso en otros países, como así lo atestigua David, procedente del norte de Alemania: «Amigos que han estado aquí nos han comentado que se come muy bien». Lo mismo opina Julián, un vallisoletano cuyo amor por la bicicleta le decidió a llevar a cabo los ochocientos kilómetros del Camino Francés y que tiene decidido permanecer dos días en la capital riojana porque «es una ciudad muy rica histórica y culturalmente, y me parece muy interesante quedarme a visitarla con tranquilidad».

Esa belleza cultural y artística de la que presume la Ruta Jacobea también es confirmada por la ilicitana María, que se quedó en el paro y ha aprovechado el tiempo disponible para llevar a cabo uno de los sueños que tenía desde que era niña: «Me gusta tanto porque vas caminando y te encuentras con naturaleza, y llegas a las ciudades y observas edificios con muchísima historia, grandiosos y hermosos».

Jorge, un profesor de Historia de un instituto de Valladolid, remarca que lleva años impartiendo clases sobre la Ruta a sus alumnos, pero aunque siempre ha tenido curiosidad por ella, «hasta ahora no la había hecho». Pero la verdadera causa de que esté realizándolo no es ésa: «Me prometí a mí mismo que en cuanto fuera abuelo, lo haría».

Pero si hay algo que todos los peregrinos destacan es, sin duda, «el gran espíritu de ayuda y el compañerismo que hay en cada rincón y en cada metro», como apunta Yolanda, que ha vuelto a convertirse en peregrina diecisiete años después. Para su desgracia, los años no pasan en balde y «esta vez -dice- cuando finaliza la etapa tengo los pies fatal y llenos de ampollas». Lo mismo opina Linó, un recién jubilado italiano que ha aprovechado para volver a realizar un Camino que ya realizó hace seis años y del que se quedó prendado por «la cultura y el ambiente que se vive» en él.

Una de las notas predominantes que se puede observar a lo largo y a lo ancho de la Ruta Jacobea es la gran mezcla de culturas y el mestizaje que acoge. La razón, los múltiples lugares de procedencia de los peregrinos: desde la zona más insospechada de la Guayana Francesa hasta el lugar más recóndito de Corea del Sur. Precisamente de este país proviene Ze Tsong, quien «arrastrada por su padre» llegó hasta España y se «enamoró» de ella, al igual que Andrew, un joven norteamericano cuya devoción por nuestro país y nuestra cultura -pese a no haber estado nunca aquí- le llevó a estudiar Filología Hispánica y, posteriormente, recorrer el Camino de Santiago. También de Estados Unidos procede John, un profesor de Gramática que decidió hacerlo con sus amigos cuando estaban jugando al póker y bebiendo cerveza en un pequeño bar que regentan sus padres. La apuesta, según él, está saliendo bien: «Está siendo una experiencia muy bonita y, aunque a veces se hace un poco duro, estamos muy contentos de haber venido y de conocer una cultura un poco diferente a la nuestra».

Esfuerzo contra una lesión

Y es que el Camino Santo es una gran atracción para los jóvenes, como el italiano Davide, cuyos amigos le empujaron a venir y, para su desgracia, el primer día se torció la rodilla y tiene que recorrer el resto de las etapas en autobús y esperar a sus amigos en el albergue: «Lo único bueno es que cuando ellos llegan, se quejan mucho de los pies mientras yo estoy tranquilo y relajado», ríe. También desde Italia llega Danielle, quien hace el recorrido en bicicleta junto a su novio -natural de Segovia- con el objetivo de «perder peso». «Lo intento de cualquier manera», bromea.

De exploradores también está llena la Ruta. Es el caso de Dani, de Barcelona, que busca recorrer el norte de España y conocer su gastronomía además de practicar el deporte de la bicicleta: «Llevaba muchos años pensando en hacer el Camino y este año, por fin, me he decidido». Otro catalán, Víctor, empieza desde Logroño su segundo tramo tras realizar el primero el año pasado y tener que interrumpirlo por motivos laborales. Según él, para conocer realmente qué es el Camino «no basta con informarte sobre él, sino que hay que hacerlo y vivirlo». Lo mismo opina la estudiante de Biología Ils Ooms, que viene sola desde Bélgica, algo que para ella no es un problema: «Rápidamente empiezas a hablar con gente que normalmente suele dormir en los mismos sitios, así que al final nos conocemos todos y acabamos haciendo grupo». Ils define perfectamente el Camino de Santiago: «Es algo especial y no es fácil describirlo con palabras».