Apostol

¿Y las flechas?

02 enero 2016 / Mundicamino

A lo largo de los años he entrevistado a montones de peregrinos de todas las edades y nacionalidades, y su opinión del Camino suele ser unánime: para todos es una experiencia enriquecedora e inolvidable. En la mayoría de los casos suelen quedarse con los aspectos positivos de su aventura peregrina, y casi ni se refieren a la parte negativa que se hayan podido encontrar durante sus días de caminata. Aun sí, son bastantes los que mencionan como una asignatura pendiente de la Ruta Jacobea su señalización en algunos tramos concretos, sobre todo cuando llegan a Compostela. Muchos cuentan que la entrada a la capital gallega por el Camino Francés es un auténtico laberinto, sobre todo en la zona de Os Concheiros, donde tienen que atravesar zonas con un tráfico considerable, lo que provoca que finalmente bastantes se pierdan debido a que los indicadores son escasos y muy confusos.

A esto hay que añadir, desde hace unos meses, el cambio de itinerario del Camino Portugués en su tramo final. Antes pasaba junto a la estación de Fenosa y ahora lo hace por la aldea de Porto, A Rocha y el barrio de Santa Marta. Hasta ahí, ningún problema. Lo malo es que al trasladar los mojones que señalizan el Camino alguien se olvidó de un pequeño detalle: poner en cada uno qué distancia falta para llegar al Obradoiro. Seguro que habrá gente a la que eso le parecerá una nimiedad, pero cuando llevas entre pecho y espalda muchos kilómetros y más de una ampolla en tus maltratados pies, saber cuánto te queda para poder dejar la mochila a un lado se convierte en algo importantísimo. Además, no es lógico que el Camino esté tan descuidado en pleno Santiago. Sinceramente, no entiendo esa costumbre tan nuestra de no dar valor e importancia a nuestros monumentos o bienes culturales.

Estoy cansada de viajar a otras ciudades y países y ver cómo valoran y sacan el máximo partido a cualquier cosa, cuidando todos los detalles y dando muchísima información a los turistas. Y en cambio aquí los peregrinos tienen que ir preguntando cada dos por tres si van bien o no. ¿Tanto cuesta poner una señalización clara y acorde con la estética de la ciudad? Estoy segura de que si el Camino finalizase en Roma o en París ningún peregrino se perdería, porque lo tendrían prácticamente enmarcado.