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Donostia se va a quedar sin albergue para peregrinos este verano

20 junio 2016 / Mundicamino

Desde la Asociación de Amigos del Camino del Norte critican a las instituciones por «mirar hacia otro lado».

Fernando Imaz se muestra preocupado. Después de diez años ininterrumpidos acogiendo a los peregrinos del Camino de Santiago que llegan a Donostia, este verano, a menos que haya un giro de última hora, los viajeros deberán continuar su ruta hasta Orio -donde se encuentra el siguiente albergue- o por el contrario, intentar encontrar un alojamiento en el que pasar la noche. La razón no es otra que el cierre por obras de la ikastola Jakintza, que hasta ahora funcionaba como albergue durante los meses de verano. Imaz afirma haber enviado en el último año alrededor de una treintena de documentos a Ayuntamiento, Diputación, Gobierno Vasco e Iglesia «y ha habido una desidia absoluta», lamenta.

Este hospitalero fue uno de los que promovió el Camino del Norte allá por 1988, un año después de crear la Asociación de Amigos del Camino de Santiago. En 2005, una Declaración Institucional del Ayuntamiento de Donostia, manifestaba el compromiso del gobierno municipal para apoyar «con las acciones necesarias (…), como la señalización con flechas amarillas (…) o habilitando un albergue para peregrinos adecuado a las necesidades de los mismos».

Sin embargo, los años han ido pasando y el que desde 2006 ha sido el alojamiento de más de 35.000 peregrinos, la ikastola Jakintza, este año no estará disponible, generando un vacío en la oferta para este tipo de viajeros. «Durante esta década, utilizábamos un espacio de la ikastola durante dos meses, pero a medida que han ido pasando los años las restricciones han sido cada vez mayores», denuncia Imaz.

En 2015 remitió una carta solicitando una reunión con Ayuntamiento, Diputación, Gobierno Vasco e Iglesia para que «nos cedieran uno de los tantos locales que tienen vacíos y que funcionara de forma permanente siete u ocho meses al año, complementando la oferta los meses de verano con las 60 plazas de Jakintza», pero la respuesta, insiste, ha sido «nula».

Reitera que las instalaciones de Jakintza no reúnen unas condiciones mínimas porque «muchos tienen que echarse en el suelo del pasillo, cuyos fluorescentes tenemos que desenroscar para que puedan dormir un poco». «Los peregrinos reconocen la labor que realizamos los hospitaleros, pero nos imaginamos que al día siguiente, después de haberse duchado con agua fría -la caliente no llega para todos-, sin ventilación, con 30 y tantos grados de calor y con la espalda rígida, la opinión de nuestras instalaciones y nuestra ciudad dejará mucho que desear».

Pero al margen de que las instalaciones de Jakintza para albergar a los peregrinos se ajusten más o menos a sus necesidades, lo cierto es que este año el centro educativo tendrá las puertas cerradas para acometer obras de mejora. Se remodelará la zona de acceso, se colocará un tejadillo en la entrada por paseo de Heriz, se abrirá una nueva puerta para comunicar la zona cubierta con el pasillo que une Heriz y Escolta Real y se instalarán sistemas de iluminación, de emergencia, de detección de incendios, así como una caldera y nuevo sistema de detección de gas en la cocina.

Labor desinteresada

La asociación recibió en 2009 la Medalla al Mérito Ciudadano por la labor que llevan realizando desde hace décadas, pero intensificada en los últimos diez años.

Los miembros de la asociación se encargan de colocar las literas una vez que termina el curso escolar y de dejarlo todo tal y como se lo encontraron, el 30 de septiembre. «Nuestros albergues -en referencia a los nueve que coordinan en Gipuzkoa- funcionan con donativo y la tercera parte de lo que aportan los peregrinos se lo entregamos a Cáritas para los parados, es decir, no tenemos en absoluto un interés económico».

Imaz subraya que su única petición es disponer de un local en el que poder hospedar a los peregrinos, sobre todo «teniendo en cuenta que fuimos nosotros los que revivimos el Camino del norte, que este año es la Capitalidad Cultural Europea y que se espera que la llegada de peregrinos vaya a ser todavía mayor que en ediciones anteriores». Las instituciones «no se lo toman en serio y miran para otro lado esperando que el vecino solucione el problema, pero luego se les llena la boca hablando del Camino del Norte», critica.