Apostol

Bruselas descubre las raíces del Camino

22 junio 2016 / Mundicamino

El Festival Compostela lleva al corazón europeo tradición y gastronomía.

Con tiempo típicamente gallego. Así arrancó la peregrinación anual del colectivo Amis de Saint Jacques por las calles de Bruselas. Sus miembros sacaron el sábado a hombros al Apóstol Santiago, ante la mirada atónita de turistas, vecinos curiosos y también del niño más célebre de Europa, el Manneken Pis, que se vistió de peregrino en honor al patrón. El santo debió sentirse como en casa porque hasta el cielo, encapotado, recordaba a Galicia.

Los sonidos de los tambores, gaitas y panderetas que acompañaron a la comitiva también se dejaron escuchar en la Place du Béguinage, centro neurálgico del primer Festival Compostela, que organizó el entro gallego de Bruselas La Tentación para promocionar el Camino. Centenares de personas esperaban ansiosas el arranque de la hora preferida de los asistentes, la hora de comer.

Mesa a mesa, el vino blanco, las sardinas y los chorizos desaparecieron a la velocidad de la luz. Platos vacíos. Ni rastro de la «vergüenza del gallego». Aquí el pulpo es oro. La cola para hacerse con una preciada ración a 9 euros aumentó al correrse la voz de que no habría barra libre de cefalópodo: «Hemos traído 200 kilos de Galicia, el próximo año traeremos más», aseguran los organizadores, sorprendidos con la gran afluencia de gente.

¿Y las patatas?

«Solo hay cerveza belga, queríamos probar la Estrella Galicia. También nos hubiese gustado tener tarta de Santiago y echamos un poco de menos los cachelos», indica Juan. Una y otra vez se repetía el mismo lamento: «¿Dónde están las patatas?». Entre fogones explican que no han podido prepararlas porque las belgas no son tan buenas como sus pares gallegas, se deshacen. A su lado, Bart, un joven flamenco, sonríe satisfecho con la excursión gastronómica y se afana en explicar el gran legado y presencia que tiene el Camino de Santiago en Flandes, el mismo camino cuyos pasos atraviesan el corazón de la Grand Place de Bruselas: «Está muy arraigada la costumbre en las familias y colegios católicos de hacer una peregrinación religiosa al menos una vez al año», asegura. La tradición peregrina atraviesa fronteras: «Hice el Camino hace dos años y fue una experiencia fabulosa. Quedé fascinada con la cultura y la comida de Galicia», recuerda una mujer alemana mientras da los últimos bocados a su ración de pulpo.

Folclore contemporáneo

Aunque al foráneo se le suele conquistar con el folclore, la tradición y la comida, el Festival Compostela, en el que participan agrupaciones de otras regiones de España, aspira a ser algo más: «É bonito demostrar que Galicia non é só gaitas e pandeiretas, vai moito máis alá», asegura Marisol Palomo, organizadora principal del evento. Xabier Díaz y Sés se encargaron de poner ese broche contemporáneo al festival que peleará en los próximos años por convertirse en seña de identidad indiscutible de Galicia en el exterior. «Compostela une a todo o mundo. Non se fala de fronteiras ou nacionalidades. Se podería exportar a Suiza, Alemania e Nova York. Tampouco entende de idade. A xuventude de aquí aínda se sinte galega, incluso máis que os que naceron alá. O levamos no sangue», explica Palomo.

Dan las doce de la noche en Bruselas, momento de alejar a los «mouchos, curuxas, sapos e bruxas», «os demos, trasnos e diaños» que acechan con una queimada. Se cierra el círculo perfecto de tradición, gastronomía y magia que, por un día, han hecho vibrar el corazón de Europa con la esencia de las tradiciones gallegas.