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La factura por la atención médica a europeos en La Rioja supera los 610.000 euros

29 julio 2016 / Mundicamino

El grueso de los 1.192 ciudadanos de la UE que el año pasado necesitaron asistencia sanitaria en la región eran peregrinos.

Tendinitis, esguinces, ampollas, golpes de calor… estas son, en grandes trazos, las principales patologías por las que los ciudadanos europeos requirieron asistencia médica durante su visita a La Rioja el año pasado. Una atención que genera una serie de gastos que el Gobierno de España, a través del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), se encarga de facturar a los países de origen de cada uno de los turistas, siempre que pertenezcan al espacio económico europeo o Suiza.

El mecanismo es el mismo, tanto para los europeos portadores de la Tarjeta Sanitaria Europea (TSE) haciendo turismo en nuestra región, como para los riojanos también poseedores de la mencionada acreditación que disfruten de una estancia temporal en cualquier de los 28 estados miembros de la UE, -por el momento se incluye Reino Unido- además de Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.

La clave, la Ruta Jacobea

La explicación de este aumento, teniendo en cuenta que el grueso de los europeos que enferman en esta comunidad son peregrinos, la ofrece, en parte, José Tomás Gómez, coordinador del centro de Salud de Nájera, al que, de acuerdo con sus datos, llaman a diario entre cuatro y cinco caminantes. Un flujo similar al que tienen en los centros de salud de Navarrete, Santo Domingo de la Calzada y en el consultorio de Grañón, el último antes de abandonar el tramo riojano de la Ruta Jacobea, donde hay una «sobrecarga de trabajo importante», apunta.

Precisamente, el incremento de la factura obedece a un cambio del perfil del caminante. El peregrino mayoritario que emprende la ruta «ya no es ese chaval jovencito que hacía el camino por turismo, por convicciones religiosas o por lo que fuera», son las personas mayores las que han tomado la iniciativa. «Hay mucha gente de entre 60 y 70 años», en ocasiones con enfermedades crónicas y, por tanto, las patologías que se ven son distintas. Siguen imperando las tendinitis, ampollas y esguinces, pero conviven con otras nuevas que están más relacionadas con la edad de la nueva oleada de peregrinos.

Como anécdota, José Tomás Gómez recuerda que hace no mucho atendió en su consulta a un peregrino americano de 92 años. Un caso que, asegura, es extraordinario por la edad, aunque ya no es tan extraordinario ver a caminantes de 70 años. «Son gente mayor y algunos se meten unas palizas tremendas; andan todos los días 30 kilómetros».

Recientemente también tuvo que atender a una peregrina alemana que estaba sufriendo un infarto y en estos casos el procedimiento es igual que el protocolo previsto para un ciudadano de esta comunidad.

Al hecho de que cada vez el peregrino tenga más edad, se suma, según su experiencia a pie de consulta, «que cada año viene más gente», además empiezan antes y terminan más tarde.