Apostol

Galicia y el Camino le deben mucho a Elías Valiña

30 abril 2017 / Mundicamino

José Manuel López Valiña cree que más importante que señalizar los tramos fue reconstruirlos y cartografiarlos.

José Manuel López Valiña nació y se crio entre peregrinos, en O Cebreiro. Tenía diez años cuando empezó a acompañar a su tío, Elías Valiña, el cura que pintó las primeras flechas amarillas del Camino de Santiago entre los Pirineos y Compostela, a principios de los años 80. «Si no fuera por Elías -comentó-, el Camino no estaría como está. Posiblemente ahora no tendríamos el mismo concepto. Derribó muchas puertas para hacer esto».Para Jose López, que se levantaba a las seis y media de la mañana para acompañar al sacerdote para medir, las flechas amarillas fueron algo importante, pero lo realmente valioso fue la delimitación del Camino de Santiago. «Con las concentraciones parcelarias de los años 60 y 70, había muchas zonas en las que no se sabía por dónde iba. Él lo reconstruyó. A mi modo de ver esa fue la esencia. Lo grande de la obra de Elías fue que reconstruyó el Camino y lo señalizó».López Valiña acompañó al sacerdote en sus viajes desde los 10 a los 13 años y lo ayudó en los trabajos de campo para la elaboración de la primera guía del Camino de Santiago -«la roja», como la define Jose López por el color de la portada, que publicó Everest en 1984, después de que el sacerdote le cediera todos los derechos a Turismo-.«Venía a buscarme al colegio. En una ocasión fuimos hasta Perugia (Italia) para ver los inicios del Camino». «Elías -añadió- era un currante nato. Cuando íbamos a mirar los tramos, nos levantábamos a las seis y media». Una aventura juvenil«Para mí aquella fue una época de aventura. No era consciente de lo que estaba haciendo. Medíamos y pintábamos las flechas después de pasar un montón de veces por el mismo sitio». «A veces nos equivocábamos y había que retroceder y volver a empezar. Nosotros, porque colaboraba toda la familia, íbamos de apoyo. Fueron tres años de trabajo intenso, que no teníamos ni idea de para qué serviría».«Elías luchó contra los prejuicios culturales de posesión de fincas, algo que en aquellos años no resultaba nada fácil», insistió. «En aquella época -añadió- se empezaron a crear las asociaciones, y el boletín era una gran labor, partiendo de la nada». «Un cura loco»El sobrino, hijo de Amelia, hermana del sacerdote, asegura que con la perspectiva del tiempo se ha dado cuenta de que «lo que estábamos haciendo era creando el Camiño». Recuerda que fue un trabajo ingente, que desarrollaban generalmente durante las vacaciones, de lunes a viernes, porque Elías Valiña no quería perder de decir misa en O Cebreiro. «Su entusiasmo -dijo- era muy contagioso y la idea realmente lo merecía»Tiempo después, Jose volvió al Camino con la escritora Laura Dennet, colaboradora de Elías Valiña, para actualizar el trabajo cartográfico. Volvieron a recorrer los mismos sitios. «Algunos nos decían -señaló- ‘el último que hizo eso fue un cura loco que pasó por aquí hace tiempo’». «Nos relacionábamos con mucha gente y con los curas del pueblo y dormíamos en hotelitos y rectorales. Realmente me siento un privilegiado -apostilló- por haber participado en esto. Elías involucraba a todo el mundo».A sus diez años, a Jose López le parecía normal que su tío lo llevara con él a medir y señalizar el Camino. «Era lo que había que hacer y no se cuestionaba -señaló-. Si estábamos en O Cebreiro había que plantar árboles, regarlos o ayudar en la hospedería. También teníamos ganado en casa, y ayudar era lo normal en aquellos años».El sobrino de Elías Valiña reconoce que le gustaba acompañar a su tío. «Él, siempre que iba a algún sitio, nunca lo hacía solo. Nos llevaba a nosotros y a otras personas del pueblo. «Nos decía que para pensar mejor había que conocer el mundo».