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Unas zapatillas usadas y calcetines de algodón, el mejor equipamiento para los pies

17 agosto 2017 / Mundicamino

El Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos realiza una serie de recomendaciones para los peregrinos sobre el tipo de calzado, lesiones, uso de bastón y el peso de la mochila, entre otros.

Muchas personas eligen las vacaciones de verano para realizar la ruta del Camino de Santiago, prueba de ello es que en el primer mes, junio, en la Oficina de Peregrinaciones se recibieron 41.620 peregrinos. En total en este primer semestre han llegado a Compostela 110.000, un 10 por ciento más que en 2016 en estas fechas, y se prevé superar la cifra total del pasado año en el que se cifraron a la suma histórica de 278.000 peregrinos.

Para hacer más llevadero el peregrinaje, sobre todo con las altas temperaturas del verano, el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos ofrece a los peregrinos una serie de recomendaciones para que puedan evitar las dolencias y lesiones más habituales en los pies.

Los profesionales de la Podología aconsejan utilizar un calzado cómodo y, a ser posible, llevar más de un par para poder alternar. Aconsejan el uso de zapatillas de trekking, con suela amortiguadora, para evitar «sobrecargas en la musculatura posterior de las piernas», señala el presidente del Colegio de Podólogos de Galicia, Borja Pérez. Indican que estas zapatillas deben tener holgura y altura suficientes en la zona del antepié para que los dedos se muevan libremente y evitar posibles hematomas bajo las uñas. Además, los podólogos destacan que deben algo usadas por el propio peregrino para que se puedan adaptar fácilmente a los pies.

En cuanto a los calcetines, deben ser cien por cien algodón y sin costuras para que los pies puedan transpirar y se mantengan secos. «Es muy importante que nunca estén húmedos para mantener secos los pies. Además tienen que estar bien colocados en el calzado para evitar la formación de ampollas», recuerda el presidente.

Asimismo, los podólogos aconsejan el uso de chanclas en la ducha para evitar el contagio de hongos y para andar cómodo al finalizar la jornada. Pueden ser de dedo o de cintas. Otro elemento importante será el bastón plegable para repartir la carga en los tramos del camino con pendientes acusadas.

Al caminar muchos kilómetros en días consecutivos, cargando con la mochila, con un peso que no exceda el 10 por ciento del peso corporal, pueden aparecer las temidas ampollas en los pies. Y pueden surgir otras lesiones que hagan más complicada la peregrinación, como son las tendinitis o los dolores musculares. Si ocurre, los podólogos explican que los peregrinos deben intentar adaptar la ruta a sus capacidades físicas, recorriendo menos distancia y aumentando el ritmo diario de manera paulatina. Si la lesión persiste se recomienda abandonar el camino para evitar un agravamiento y acudir al podólogo para hacer un estudio de la marcha y buscar el origen de la lesión y poder tratarlo.

Más consejos podológicos

Antes de la ruta

– Hidratar convenientemente la piel (preferiblemente por la noche antes de acostarse).

– Si se padece hiperhidrosis deben usarse productos secantes específicos para los pies, entre el pie-calcetín y el calcetín-calzado.

– El corte de uñas debe hacerse de forma recta.

– En caso de helomas, hiperqueratosis, hongos o papilomas se debe acudir al podólogo.

Durante la ruta

– No experimentar. Usar calcetín y zapatilla habitual.

– La zapatilla ideal es la que se adapta a la estructura del pie. A veces es preferible andar o correr con una zapatilla más pesada pero con mayor amortiguación y sujeción.

– Humedad y calor posibilitan la aparición de ampollas. Intentar que los calcetines estén siempre secos. Si es necesario llevar otro par de repuesto.

– Si se producen ampollas o rozaduras hay que colocar un apósito para evitar una posible infección.

Después de la ruta

– Lavar los pies con agua jabonosa templada.

– Sumergir los pies en agua fresca con líquidos y geles relajantes, para aliviar el calentamiento de los pies.

– Estirar minuciosamente toda la musculatura del pie.

– Movilizar todas las articulaciones del pie, masajeándolo sobre todo por la zona de la planta.

– Si aparecen lesiones, tratarlas adecuadamente acudiendo al podólogo.