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Colas tan grandes como la catedral

26 agosto 2017 / Mundicamino

La espera para entrar en la basílica llega a hora y media al mediodía.

El aumento del turismo es motivo de celebración para el sector hostelero y de la restauración. El incremento de los visitantes se traduce en más gasto del turista y en más ingresos para los negocios, pero también en más colas en la zona monumental de Santiago. La capital gallega va camino de un récord absoluto de peregrinos este año, y con este serían seis consecutivos batiendo marcas. Sin embargo, también toca lidiar con la parte negativa de la principal industria de la ciudad: la espera en forma de largas colas. La catedral es el monumento de Santiago que genera la mayor de todas las filas, que en las horas punta, sobre todo a las 12.00 horas y algo menos a las 19.30 h., alcanza los noventa minutos de espera. Esas son las horas señaladas de la misa del peregrino.

Las agencias turísticas recomiendan a quienes desean acceder al templo para la primera misa del peregrino acudir como mínimo a las 11.00 horas a Praterías para así evitar la posibilidad, siempre real en julio y en agosto, de quedarse fuera. La misa de las 19.30 horas registra un segundo pico de alta afluencia, aunque menor que el primero. Los turistas más previsores optan por entrar en la basílica fuera de estas horas punta, o bien temprano por la mañana ­-el templo abre a las 7.00- o a última hora del día -cierra a las 20.30 horas-.

En el pasado la catedral contó con sensores para controlar el aforo, aunque ahora son solamente los guardias de seguridad quienes supervisan el acceso, por Praterías, y la salida, por Azabachería. En la Oficina del Peregrino aseguran que en lo que llevamos de agosto todos los días se ha cubierto el aforo máximo, que se establece en una horquilla de 1.200 a 1.500 personas, aunque descartan tomar nuevas medidas de control en estos momentos.

Lo que se hace inusual es ver la Catedral desbordada también los días laborables. En años pasados el templo acostumbraba a llenarse solo en días festivos y los fines de semana, especialmente en los meses de temporada alta. Así ocurrió, por ejemplo, en el último año jubilar, en el 2010. Pero ahora, el ritmo frenético que día tras día se está registrando en este período estival llega a sorprender incluso a los propios visitantes. Esta sensación la comparte Segundo Pérez, deán de la catedral: «Desde mi despacho veo que hay más gente fuera que dentro», comenta sobre unas colas que estos días de máxima afluencia turística son muy considerables y que durante este verano también se han hecho habituales fuera de las horas reservadas a las misas del peregrino.

La marea humana serpentea por distintas calles según el día, y lo hace al ritmo de los primeros en guardar sitio en la cola. Unas veces avanza por A Quintana hasta doblar la esquina con el convento de San Paio, otros se adentra por la rúa da Conga y, en ocasiones, se desvía por el Vilar. Los datos de llegadas de peregrinos son elocuentes: en julio se sellaron 47.470 compostelas y en agosto se superarán las 50.000.