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«El Camino de Santiago engancha, conoces a gente y te desprendes de cosas innecesarias»

30 agosto 2017 / Mundicamino

Luigi confiesa que aprendió español en el Camino de Santiago. No es la primera vez que cuelga la mochila en su espalda y camina un día tras otro hasta llegar a Santiago. Es su cuarta vez desde el año 2014. Algo tiene esta ruta de peregrinación que engancha, como también le ha pasado a Rosendo García, compañero de litera de este peregrino italiano y de las últimas etapas que les han llevado al albergue de La Calera en Salamanca.

Los dos ya han realizado el Camino Francés y este año se decantaron por la Vía de la Plata. Luigi salió de Sevilla el 22 de julio y Rosendo un día antes. «En el Camino disfrutas de muchas cosas, como el paisaje, las costumbres de cada lugar, de la gente que vas conociendo, etc.», enumera Rosendo, originario de Calahorra, en La Rioja.

Luigi es de Pavia, cerca de Milán que según relata le recuerda mucho a Salamanca:«Es una ciudad con una universidad de 600 años y las calles parecidas, muy bonita». Tienen 62 y 64 años y hacen una media de 20 a 25 kilómetros diarios, salvo una etapa que no tuvieron más remedio por falta de infraestructuras para dormir de 30.

Como ambos argumentan, el Camino lo empiezas solo pero nunca lo estás, «siempre estás rodeado de otros peregrinos que te van contando sus cosas», advierte Rosendo.

Sus etapas desde Sevilla les han sorprendido a ambos, con zonas verdes y otras más golpeadas por la sequía. «En los días de más calor hemos empezado la etapa a las 4 o 5 de la mañana y a las 11 ya llegábamos al albergue», precisa el peregrino riojano.

De los 500 kilómetros que suman ya sus pies destacan la zona de viñedos entre Zafra y Almendralejo o la sombra que les daba las encinas y robles por la provincia salmantina, donde han estado ya en dos albergues previos. Uno en Fuenterroble de Salvatierra, para Rosendo el mejor de todo el Camino que lleva, y el de San Pedro de Rozados,«que es el que menos nos ha gustado de todos porque apenas tenía servicio para nosotros, ni siquiera luz cuando llegamos».

Pero se queda con Fuenterroble, donde fueron recibidos por un hospitalero que lleva ya siete años allí:«Donde disfrutamos de una cena comunitaria», añade.

En su experiencia en elCamino de Santiago, este riojano también resalta que ha aprendido a desprenderse de las cosas innecesarias, tanto materiales, como el peso de su mochila, como las de la vida.

Por su parte, Luigi destaca de esta experiencia a la gente que conoces, «me gusta la mentalidad del Camino y España», asegura minutos antes de ponerse a lavar su ropa.