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«Sampa» y «Aristóteles», dos podencos peregrinos

02 octubre 2017 / Mundicamino

Un grupo de veinte personas comenzó el Camino con perros para animar a la gente a no abandonarlos.

Sampa llevaba dos años vagando por la parroquia de Pontesampaio, en Pontevedra. Era un podenco que había sido abandonado por su dueño siendo aún pequeño. Los vecinos le daban de comer. Casi todos. Llegó un momento en que algunos se cansaron de verle por allí y empezaron a tirarle piedras. El resto, preocupados, llamaron a la protectora de animales Os Palleiros para que fueran a rescatarlo de un final que podría ser más cruel que los pocos años (quizás dos) que había pasado vivo. Cuando llegaron allí era un perro miedoso, asustadizo. Y tardó en dejar de serlo.

Era, de hecho, todo lo contrario a Aristóteles. A él lo encontraron junto a Roco en el polígono industrial de O Campiño, en el límite del municipio de Ponte Caldelas. Aristóteles era pequeño y el rey de la fiesta. Y también de una raza empleada para la caza. Y también abandonado. Aunque estaba «despeluxado», en realidad no había sido maltratado, y por eso no había perdido la alegría y la confianza en el hombre. Aún así, alguien adoptó a Roco, pero a él no.

Sampa y Aristóteles tuvieron suerte, pero otros muchos perros de caza, no. Tampoco de los de otras razas, e incluso los de muchos peregrinos, que comienzan a hacer el Camino de Santiago y pronto se dejan vencer por las incomodidades de llevar un animal y lo dejan a su suerte. Y ahora a ellos dos les toca demostrar que las cosas pueden ser muy diferentes para todos.

Se han convertido en dos podencos peregrinos. Junto a ellos, otra decena de perros de todo tipo y condición acompañados por sus dueños completaron el pasado domingo la etapa desde Tui a O Porriño y mañana lo harán lo entre Tui y Redondela. Las cuatro etapas restantes serán el 1, 15 y 22 de octubre y el 5 de noviembre. Es la forma que tiene Pontepatas, un grupo de amigos relacionado con Os Palleiros que sobrevivió a La Manada Canina -un colectivo nacional que organizaba quedadas los últimos domingos de cada mes en todas las ciudades para hacer excursiones conjuntas con los perros-. Los veinte integrantes de la pandilla conservan la costumbre de reunirse cada mes. Cada uno lleva su mascota. Y, en una de ellas, tuvieron la idea de hacer el Camino de Santiago.

Quieren demostrar dos cosas: primero, que los podencos son también animales de compañía y amigos del hombre y que no tienen su «utilidad» limitada a su tiempo de caza; y, en segundo lugar, que peregrinar con un can es aún más divertido que solo. Por eso todos llevan sus perros; algunos hasta tres. Y quienes no pueden llevar a los suyos, tienen palleiros de sobra para dejarse alegrar. Están invitados.