Apostol

Desde Roncesvalles en un día y sin Compostela

06 noviembre 2017 / Mundicamino

Hay gestas que resultan tan difíciles de reconocer como de realizar. Un berciano recorrió en bicicleta los 775 kilómetros que separan Roncesvalles de Santiago en 26 horas y se quedó sin Compostela porque en el momento de recoger el documento acreditativo le dijeron que «era imposible que lo hubiera hecho en tan poco tiempo».

Esta llamativa y curiosa historia la publicó anteayer A. Cardenal en ‘La Nueva Crónica’ de León y el protagonista de la gesta sólo desea que la difusión contribuya a que la Xunta reconozca la hazaña porque «cada día enviamos correos esperando una respuesta, pero ni siquiera nos contestan». Se presupone que Manuel Merillas, natural de Valseco, habrá aclarado en los mails remitidos a la Oficina de Atención al Peregrino que no es un caminante al uso, sino un experimentado atleta de alta montaña que se propuso el reto mientras se rehabilitaba de la operación para superar una calcificación en el pie derecho que no le permitía correr pero sí pedalear a un buen ritmo. Pero no hay manera de que acrediten en un papel el castigo que sufrieron sus piernas.

Para prepara el largo Camino se sometió a series de entre 300 y 400 kilómetros a una velocidad de 35 kilómetros a la hora. La media que consiguió desde Roncesvalles a Santiago fue de unos 29,8 kilómetros a la hora, dato que se incluye por si sirve para allanar la siguiente petición de la Compostela.

Manuel Merillas contaba con la fuerza mental de extenuantes carreras de fondo en alta montaña, pero ni así le resultó fácil el reto. Pedaleó toda la noche sin dejarse derrotar por el sueño, tuvo que reponerse a dos pinchazos sufridos antes de llegar a Burgos y necesitó de todos los ánimos de su padre y de su cuñado para no bajarse de la bicicleta.

Sorprende que con el chalaneo que hay de cuños a lo largo del Camino, con peregrinos que se bajan del autobús para sellar el documento y se vuelven a subir para completar la etapa sin disimular la trampa, un tipo tenga que poner el careto en los medios de comunicación para reclamar un logro que parece merecido porque se trata de un deportista. La Xunta y la Oficina de Atención al Peregrino transmiten una imagen de dejadez al ignorar la reclamación de un caminante.