Apostol

El caballero andante

07 abril 2018 / Mundicamino

Ginés López Marín, un jubilado vasco, recorre el Camino con un singular vehículo –un coche burra–, con su borriquilla Marina y su perro Comotú sin más pretensión que disfrutar y arrancar una sonrisa. Este sábado quedó atrapado por la nieve

Cuando llega Mauricio Peña a hacer las fotos le pregunta a Ginés –por aquello de darle conversación y que no tenga una pose forzada– por los animales que le acompañan.

– ¿Cómo se llama la burra?

– La borriquilla (nunca le llama burra) se llama Marina.

– ¿Y el perro?

– Como tú

– ¿Mauricio?

El peregrino se ríe y llama al perro: «¡Mauricio!», que no le hace ni caso. Vuelve a llamarlo, esta vez «¡Comotú!» y se acerca corriendo a su dueño. Mauricio también ríe con el pequeño entuerto de nombres.

«Es lo único que busco en el Camino de Santiago, disfrutar, no molestar a nadie y si puedo sacar una sonrisa a alguien mejor; y si son niños, mejor que mejor»; y recuerda cómo le impresionó —y disfrutó a la vez— cuando encontró a una pareja que llevaban a su hijo tetrapléjico en silla de ruedas.

– El Camino tiene algo muy especial, la gente es encantadora y muy solidaria; mientras tenga salud y pueda caminar voy a seguir.

Y sigue. Estos días atraviesa la provincia de León con su singular troupe. Ayer quedó atrapado por la nieve en Rabanal del Camino. «Isabel, la hospitalera del albergue El Pilar, me dijo que no siguiera, que en Foncebadón había 40 centímetros… Y como me ofreció un lugar fenomenal para Márina y Comotú y cama para mí… mañana ya seguiremos».

– Marina y Comotú están muy presentes en tus decisiones.

– A ver. Si ellos están a gusto, yo también; y si ellos están mal yo no sigo; explica, mientras te cuenta que no le preocupa el agua o la nieve, con los que «ya cuentas cuando empiezas el Camino», lo que peor lleva es el viento. «El viento es criminal, sobre todo para la borriquilla porque le dificulta llevar el burrocoche. Los días de viento le acorto el trayecto previsto, si íbamos a hacer 15 kilómetros lo dejo en 8 ó 9, como prisa no tenemos, calculo que esta vez ir a Finisterre y volver nos llevará cuatro meses».

Y cuenta la historia de los dos compañeros de viaje. «Marina se la compré a un amigo que tiene ganadería. Iba a buscar un poni para mi nieta pero no me gustaba lo que tenía y estaba allí muy malita la borriquilla, tendría tres meses y se le había despeñado la madre. No mamaba, daba pena. Y la llevé, a base de biberón y un pienso que le llaman de arranque sobrevivió y lleva conmigo desde 2007». Y también Comotú tenía por delante un futuro bastante negro. «Era de un señor mayor que se fue a una residencia de ancianos, lo llevó pero le dijeron que si insistía en llevar al perro iban los dos a la calle… Y me lo llevé, tiene dos años el perrillo, y es listo y obediente».

– ¿Cómo quién?

– Como tú.

El cuarto integrante de la ‘caravana’ del peregrino Ginés es un coche singular, que a muchos leoneses les recordará al histórico del Tigre de Villahibiera, pero la diferencia es que Ginés no se sube a él, «sólo lo uso para dormir y para llevar las maletas. Conmigo sería mucho peso para la borriquilla». También tiene su historia el coche: «Es un coche de esos que no necesita carnet, era de un amigo mío que tuvo un golpe en la parte delantera y, como es todo plástico, se lo destrozó. Le dije que si me lo vendía y me lo regaló, no quería saber nada de él después del golpe, le quité el motor, le acoplé las varas y ahí está; ideal para la infraestructura del Camino».

Y como la principal preocupación de Ginés es que no sufra Marina sorprende saber el peso del burrocoche: «El coche pesa 66 kilos, es todo plástico, y con el peso de la mochila sube a unos 75, lo puede llevar muy bien… y si no pues la ayudo.

Es la tercera vez que Ginés López Marín, jubilado de 66 años, hace el Camino de Santiago. Y regresa, pues él siempre ‘desanda’ el recorrido. «La primera vez fue en 2015, iba solo con Marina; en 2016 ya llevaba el coche y ahora vamos todos». Cada vez ha hecho un recorrido y en esta ocasión ha salido de su tierra, él es de un pueblo cercano a Santurce, Artzinaga, cuyo nombre lleva en la matrícula. «Me lo pidió la gente de Santurce, un grupo de amigos del Camino que queremos que pase por allí pues rodea el pueblo, y estamos preparando un albergue… Y como a mí me da lo mismo salir de Santurce que de Buenos Aires, pues accedí. Y aquí estamos los tres».

De momento atrapados por la nieve de León pero hoy ya habrá seguido su camino hacia El Acebo.

– Sólo un favor, no se te olvide decir lo buena gente que es Isabel, la hospitalera… bueno, y muchos más.