Apostol

Santiago a las espaldas

13 julio 2018 / Mundicamino

El Camino de vuelta. La tradición de hacer el Camino de Santiago de vuelta está prácticamente extinguida. Apenas un 2% de los peregrinos vuelven sobre sus pasos. Pascal y Sylvie Lichtlin, un matrimonio galo que hizo la ruta primitiva, retorna a su país por el Camino Francés. Con Santiago de Compostela a las espaldas, hoy salen hacia Mansilla.

«Cojo mi libertad como una mariposa. Haced todos los caminos del mundo por mí. Os lo suplico». Es el mensaje que el hijo de Sylvie y Pascal dejó escrito antes de morir. Fue en marzo de 2016. Un mes después, el matrimonio tenía previsto iniciar el Camino de Santiago desde Mont de Marsan, el pueblo de la región de Las Landa.

A la pérdida del hijo se sumó el fallecimiento de los padres de Pascal y la madre de Sylvie en el mismo año. Así que interrumpieron los planes. Este año decidieron retomar el ‘histórico’ proyecto. «Desde que tenía 15 años quería hacerlo, no sé por qué», comenta el hombre. Poco después llegó a sus manos un libro sobre el camino primitivo, que discurre por la costa norte de la península. Mucho antes de planear el viaje se compró la vieira jacobea que lleva colgada en el pecho con una cruz de San Francisco de Asís y el símbolo budista de Om Mani Padme Om.

Poco antes de la partida, Sylvie grabó el nombre de su hijo Yonathan en una piedra y la frase: «Solo por ti», junto con la frase que les había escrito en su última carta y la guardó en la mochila. El 30 de abril emprendieron el camino. A pie, durante más de 1.000 kilómetros se encontraron con peregrinos de todas las nacionalidades y tuvieron noticia de otros caminos que ya cogen fuerza en Japón, Perú, Canadá.

A ratos caminaban solos, embelesados con una naturaleza generosa y esplendorosa en primavera. La lavanda, el brezo y otras plantas que crecen de forma salvaje quedaron plasmadas en el cuaderno de viaje de Sylvie. También guardaron algunas semillas con la idea de sembrarlas en su huerto.

Historias y dibujos forman un relato excepcional de la experiencia de este matrimonio. En una hoja, el dibujo de un peregrino va acompañado de todas las formas de decir Buen Camino, la frase que más se escucha en este viaje, en múltiples idiomas. La escena de tres ovejas adormiladas con la cabeza recordaron a la artista peregrina el estrés que domina en la sociedad actual.

En otra hoja plasmó el peligro del descanso en mitad del camino. «Después puede ser muy difícil seguir andando», aclara. Hay que cubrir las etapas. Los problemas de la señalización, con carteles que confunden a los peregrinos, los refleja con humor. En mitad de un laberinto de flechas aparece un topo que señala el camino de verdad… Un hórreo, las plantas. El cuaderno de Sylvie es un tesoro etnográfico, botánico y una crónica de actualidad del camino.

A mediados de junio llegaron a Santiago de Compostela y después encaminaron sus pasos a Finisterre y Muxía, en la Costa de la Muerte. Allí entregaron la piedra en memoria de su hijo. Fue como si las olas, en su ida y venida, les devolviera la esperanza.

Tras este ritual emprendieron el camino de vuelta. En lugar de coger un tren o avión, decidieron regresar a Francia por sus propios pies y haciendo el Camino Francés al revés, con Santiago de Compostela a las espaldas.

La vieja costumbre de desandar el camino a pie está «casi extinguida», según señala Luis González Perrino, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León. Tan sólo el 2% de los peregrinos realizan el itinerario jacobeo en sentido inverso. «Es una tradición que se está perdiendo», apostilla Perrino.

Por la capital leonesa pasaron el año pasado 50.000 peregrinos y peregrinas que se alojaron en los albergues reconocidos oficialmente, pero se estima que otros 20.000 pudieron hospedarse en establecimientos hoteleros como turistas convencionales aunque estén haciendo el Camino de Santiago.

Caminar en sentido contrario a la corriente jacobea que se encamina hacia Santiago es extraño: «Es como que vieras zombis. La gente va concentrada en sus pensamientos, con la mirada fija. No nos ven. Les vemos fatigadas, mirando a sus pies y su camino», explican.

Sylvie y Pascal comentan que cuando se camina en dirección a Santiago no se perciben estos detalles. También «es más fácil hablar con la gente. Ahora para conversar con cualquiera hay que pararse y el camino apremia en cada etapa», añaden.

A los asiáticos es a los que más les llama la atención que vayan en el sentido contrario. Hoy salen de León después de pasar una jornada de descanso en la que han aprovechado para conocer su patrimonio monumental y el sabor más tradicional de León en lugares como el Húmedo y la plaza del Grano.

Cuando lleguen a su casa habrán recorrido más de 2.000 kilómetros a pie, más de cuatro veces la media del trayecto medio que realizan los peregrinos que pasan por la capital. Por ahora, les ha sorprendido más el camino primitivo. «Hay más naturaleza. El francés es más derecho y hay muchas carreteras, da la impresión que a veces caminas con los coches», afirma el matrimonio.

Para Sylvie, que no es religiosa, el camino «me permite pensar más y estar más cerca de las otras personas en lugar de estar pensando en mi propio yo». Pascal da vueltas al tema del final de la vida: «En el fondo pienso que no podemos morir como bestias, sin más». La idea de la reencarnación planea en sus reflexiones, piensa en la transformación de las mariposas, que tal vez también le recuerdan al hijo perdido.

Los peregrinos extranjeros son mayoría en el Camino Francés. Y la cifra de todos los que pasan por la capital se ha multiplicado exponencialmente en las últimas dos décadas. De la cifra de 3.678 peregrinos que registró la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de León en 1997, el primer año que recogió las estadísticas, se pasó a los 55.108 de 2017, que suponen el récord histórico. Ahora la vista está puesta en el 2021, que es el próximo año Jacobeo.