Apostol

Todas las flechas llevan a Santiago

24 julio 2018 / Mundicamino

De color amarillo, impregnan el recorrido y compiten con la vieira en cruces y desvíos.

Una semana sobre el sillín. Estamos a 500 kilómetros de la plaza do Obradoiro. Más cerca de una meta que se nos recuerda en cada muro, en cada intersección, casi en cada calle de los pueblos que atravesamos. Aunque para el peregrino, nunca es suficiente. Quizás eso lo sabía bien Elías Valiña, párroco de O Cebreiro. Fue uno de los artífices de la reactivación del Camino de Santiago antes de fallecer en 1989. No solo con su tesis doctoral sobre él, que reconozco no haber leído; sino por impulsar la señalización del trazado francés, sin duda la obra más vista por miles de peregrinos cada año.

Hoy llegaremos a pedales a Frómista, una localidad en Palencia que cuenta con una joya románica de siglo XI: la iglesia de San Martín. A pedales porque una cima, el alto de Mostelares, no va a permitir una elevada velocidad media. El desnivel es del 12 % durante un kilómetro.A primera hora nos topamos con Iren Cameron, australiana, dando sus primeros pasos al lado de una señal típica en Castilla y León: fondo azul, vieira amarilla y flecha en blanco. «Solo me he perdido en Burgos, en las ciudades no hay tantas señales como en los pueblos», nos cuenta agradeciendo cada indicación en el Camino. Aunque ella, que vive en una furgoneta en su país, sabe cómo resolver dudas: «En caso de problemas, los más viejos del lugar son la clave: no tienen nada mejor que hacer y lo saben todo», apostilla. Esta nómada ha encontrado lo que buscaba en su peregrinar: «Reto y aventura».

Para los ciclistas hay señales, por la mayor velocidad que alcanzan frente a los caminantes, especialmente útiles. Tanto en Navarra como en La Rioja y Castilla y León, se anuncian las intersecciones del Camino con carreteras principales (y por lo tanto peligrosas) con cierta antelación. Los hermanos José María y María José Quilis, de Valencia, las valoran positivamente. «Conviene adelantarse a los cambios de carreteras, aunque no hemos visto cruces peligrosos», cuenta ella. Él había intentado la Compostela hace dos años, pero una grave infección de orina truncó el abrazo al Apóstol: «Nunca bebáis de fuentes en las que no tengáis la seguridad de que el agua es potable», explica brindándonos consejo más allá de la seguridad vial. De la misma opinión son Lupna y Charles, joven pareja francesa que empezó a pie en su país, en San Jean de Pied de Port y que presume de gesta: «Aún no nos hemos perdido ni una sola vez». Seguir la ruta no es problema para ellos, sino el calor, que va en aumento: «Alquilamos unas bicis en Burgos y así el aire nos refresca en las bajadas». Lo que queda claro es que las señales son una motivación permanente. «¡Una menos!», gritan a nuestro paso un grupo de peregrinos posando para el recuerdo en una de ellas.